Un acelerador de partículas descubre un rostro escondido en una pintura de Degas

Una vez más se ha dado un punto de unión entre arte y ciencia, esta vez con el maestro impresionista: Edgar Degas.

por Sergio Pérez Gavilán

10.8.16

Todas las imágenes cortesía de Australian Synchrotron

Una vez más se ha dado un punto de unión entre arte y ciencia, pero esta vez no es para crear un nuevo elemento de inspiración estética, sino para descubrir más sobre el arte del gran maestro impresionista, Edgar Degas.

En una alianza remarcable, investigadores de Australian Synchrotron, la Galería Nacional de Victoria (NGV) y CSIRO publicaron una serie de imágenes en la revista científica Scientific Reports, sobre lo que se encuentra debajo de un lienzo que está expuesto en la exhibición Degas: A new vision (Una nueva visión) de la NGV. El resultado es hipnotizante. Revelando una pintura más temprana de una mujer diferente debajo de la obra maestra impresionista de Edgar Degas, Retrato de una Mujer (1876-1880), los investigadores lograron hacer una combinación tecnológica e interdisciplinaria que sería prácticamente imposible en cualquier otro lado del mundo.

“La pintura de la época de Degas estaba primariamente compuesta de rocas molidas y pigmentos sintéticos tempranos”, dice la asociación del Sincrotrón Australiano. “Con cobre creando verde y mercurio creando rojo, por ejemplo, él (Degas) combinó diferentes pinturas de diferentes tubos en su paleta en diferentes momentos, al igual que los restauradores que retocaron la pintura al principio del siglo XX.” Entonces, según el Dr. Daryl Howard del Australian Synchroton, especialista en la rama de “fluorescencia microscópica de rayos x” del sincrotrón, la recreación de la pintura escondida fue lograda por medio de producir complejos mapas de metales para resaltar los minerales en todos los tipos de pintura.

“Poner la obra en el camino del rayo del Sincrotrón Australiano, mismo que es un millón de veces más resplandeciente que el sol, causó que pudiéramos medir la localización exacta de diferentes mezclas de pigmento en cada milímetro cuadrado de pixel, y alimentar los vastos volúmenes de datos en una computadora para reconstruir tanto la superficie como las capas anteriores”, afirma el científico. Ahora bien, un acelerador de partículas de fuente de luz sincrotrón, según el Instituto Politécnico Nacional (IPN), “es un tipo de luz emitida por electrones, u otras partículas con carga, que viajan a velocidades cercanas a la de la luz (300 mil k/segundo), con muy alta energía y que giran dentro en un anillo de contención. Esta luz tiene características especiales, que les permite a los científicos observar fenómenos de la naturaleza, del cuerpo humano o de cualquier objeto; de una manera extremadamente fina y precisa.”

Lo extremadamente positivo del uso del acelerador de partículas para investigar el misterio de grandes obras de arte es que no tiene que haber contacto humano para poder hacer el mapa de los pigmentos de las obras, “este análisis toma la aproximación ‘sin contacto’ al siguiente nivel, produciendo enormes imágenes de 31.6 megapixeles, mientras que solo se expone la obra a la radiación por una fracción de segundo para asegurar que no se dañe”, establece Howard en el reporte de Australian Synchrotron.

En adición a todo esto, cabe mencionar que no es la primera vez que NGV, Australian Synchrotron y CSIRO se unen para atacar un misterio del arte. En años anteriores, usando técnicas similares, buscaron un autorretrato de Arthur Streeton enterrado entre capas de pintura, un rostro escondido en una pintura de Van Gogh y, en 2015, un proyecto que ayudó a descubrir más información de la obra The North Wind de Frederick McCubbins.