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CON LA LUZ PRENDIDA

La película de terror de 1940 que acogió al lesbianismo y al satanismo

La homosexualidad aún era un tabú en 1943, pero eso no detuvo a la película noir “The Seventh Victim” de abordar el deseo femenino en pantalla.

Es obvio que Hollywood veía a las mujeres como un poco más que objetos de deseo en 1943. En el año de una de las películas más icónicas, La Sombra de una Duda de Alfred Hitchcock, una mujer joven anhela la visita de su tío, su objetivo principal para poder satisfacer a los hombres de su hogar. Pero poco se sabe de la película noir de terror The Seventh Victim (La Séptima Víctima), dirigida por Mark Robson y a cargo del productor Val Lewton, una película lanzada el mismo año que el clásico de Hitchcock, que tiene un retrato radicalmente diferente de la mujer. Sus personajes femeninos controlan sus propios destinos, comparten relaciones sexuales íntimas con cada una, y no tienen miedo de contestarle a los hombres.

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La cinta se enfoca en Mary (interpretada por Kim Hunter), una mujer joven que descubre que su hermana mayor y única protectora Jacqueline (Jen Brooks) ha desaparecido en Nueva York. Cuando su escuela le dice que su hermana ha dejado de pagar su educación, Mary se ve forzada a ir a la ciudad a buscar respuestas. Cuando se va, una de sus maestras le aconseja, "No regreses, no importa que. Una mujer tiene que tener el coraje de realmente vivir en este mundo." Es el primero de muchas frases feministas en la película que sirve para ampliar la fuerza femenina.

Cuando a Mary le ordenan beber su leche en una cafetería por un hombre que dice saber dónde está Jacqueline, ella contesta, "No me gusta que me ordenen nada. No te atrevas a tratarme así como una niña" Él amablemente contesta, "Prometo nunca ordenarte nada nunca más." Mientras que esta conversación no suene nada radical en 2017, es algo fuera de lo común para la década sexista de los 40s.

Mary luego descubre que Jacqueline había vendido su negocio de cosméticos a su amiga Esther Redi (Mary Newton), pero los motivos se ven muy sospechosos. Después de un interrogatorio al estilista de Jacqueline, Frances Fallon (Isabel Jewell), sobre la localización de su hermana, Mary llega su departamento– arriba de una restaurante italiano llamado Dante's– y descubre una sala con un lazo y una silla. A Jacqueline, al parecer, la han descubierto en un culto satánico y eso la obligó a desaparecer.

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De acuerdo al historiador de cine y autor de TASCHEN, Paul Duncan, la película es deliberadamente ambigua. " The Seventh Victim es contradictoria en su narrativa y contenido, y es sobre la ausencia de cosas más que de su presencia," comenta. "La película es sobre lo que no es visto, y sobre lo que no se dice." Pero, ¿por qué Jacqueline se quiere matar?

Poster de la película "The Seventh Victim." Foto vía Wikimedia Commons

Las señales son abundantes. Jacqueline recientemente se había casado con el abogado Gregory Ward (Hugh Beaumont), pero no tiene intención de tomar su nombre ni estar románticamente ligada a él. Ward le comenta a Mary, "Hay algo sobre tu hermana que un hombre nunca podrá conseguir." Jacqueline también es "miserable" con su vida, necesitando visitas constantes con el psiquiatra Dr. Louis Judd. (El doctor es interpretado sarcásticamente por Tom Conway (quien repite el mismo personaje en la obra maestra de Lewton de 1941, Cat People– una película que también habla sobre la sexualidad reprimida). Resulta que Jacqueline se había derrumbado dentro del culto secreto y ahora los miembros la querían muerta, quienes tenían miedo de que ella le había contado a su psiquiatra sobre ellos.

En una de las juntas previas del culto, una frase es dicha por la estilista Frances– también dentro del culto– que dice estar "enamorada" y quiere ser "íntima" con Jacqueline. Luego, los satanistas capturan a Jacqueline y la obligan a tomar veneno, pero ella se rehúsa– sólo aceptando la insistencia de Frances, con quien comparte muchas miradas cariñosas. La película nunca confirma su relación sexual, pero la profundidad de sus sentimientos por la otra es clara. Cuando Frances cambia de idea y salva la vida de Jacqueline al destruir el vaso con veneno, grita, "No puedo dejarte morir. La única vez que fui feliz fue contigo."

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"No es difícil ver la verdadera historia, que no se podía decir explícitamente en ese tiempo, que Jacqueline– enamorada de Frances pero negándolo– se casa con Gregory Ward, pero no puede vivir con su decisión," explica Duncan. "El satanismo es sólo una diversión del drama real: que el lesbianismo no es socialmente aceptable."

The Seventh Victim también tiene un obsesión con la mortalidad. Jacqueline vive al lado de una mujer con enfermedad terminal llamada Mimi y en una de las últimas escenas, las dos mujeres tienen una conversación cautivadora. "Estoy muriendo pero esta noche me voy a reír y bailar," Mimi dice, en medio de varios estornudos. Jacqueline contesta: ¿Por qué esperar por la muerte? Yo siempre me he querido morir."

Escena en "The Seventh Victim."  Foto vía Wikimedia Commons

Conforme Mimi muere al lado del departamento de Jacqueline en la siguiente escena, el sonido de alguien pateando un silla se escucha en el pasillo. Una voz luego cierra la película con el soneto de John Donne: "Me dirijo a la muerte, y la muerte me alcanza rápido, y todos mis placeres son de ayer." Jacqueline, incapaz de escapar de su culto y a la deriva en la sociedad, toma el control de su destino al colgarse. Pero a pesar de un final oscuro, su suicidio es extrañamente conmovedor– de hecho el productor Val Lewton dijo que quería que el mensaje principal fue que "la muerte puede ser buena."

Desafortunadamente, The Seventh Victim fue criticada en su lanzamiento. Particularmente en la reseña del New York Times, donde el crítico Bosley escribió, "Puede ser que tenga más sentido si la hubieran puesto al revés." Pero el tiempo ha hecho una reevaluación en el legado de la película. The Seventh Victim es una obra de arte de la auto-aniquilación, donde la sociedad es más dañina que los satanistas," dice Duncan.

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No fue hasta los 60s, con películas como The Fox (1967), que el sexo lésbico fue mostrado explícitamente en pantalla. Aún, la película dio una impresión en los cineastas de la generación de terror: La luz en una escena con Mary es similar al asesinato icónico de Janet Leigh en Psycho (1960) de Alfred Hitchcok, y su argumento (un culto satánico secretamente operando en Manhattan) comparte la narrativa con los temas de la película de Roman Polanski, Rosemary's Baby (1968). Pero 74 años después, es cuestión de tiempo que The Seventh Victim sea descubierta por una mayor audiencia– incluso mayor que la audiencia de los 40s, puede ser el mejor momento para apreciar las complicaciones y consecuencias de la represión sexual.

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