Hablamos con Alicia Reyes sobre el amor a la poesía que le heredó su abuelo

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Entrevista

Hablamos con Alicia Reyes sobre el amor a la poesía que le heredó su abuelo

“Tikis” nos contó cómo fue su descubrimiento poético y qué la llevó a continuar con la obra de Alfonso Reyes.

"La poesía es un himno al amor."

- Alicia Reyes

Siempre he sido muy curiosa, y recuerdo muy bien una conversación que tuve con mi abuelo en la que pregunte:

- ¿Qué es la poesía?

- La poesía es esto: "Francisca Sánchez, acompáñame"

- ¿Y por qué abuelo?

- Pues es que así le decía Rubén Darío al amor de su vida

Ahí aprendí que la poesía es un himno al amor. ¿Y cuántos poetas no son subyugantes? porque no escribieron con amor.

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Alicia es poeta, narradora y ensayista, directora de la Capilla Alfonsina, de la Biblioteca de Alfonso Reyes, Caballero de la Orden de Artes y Letras, por parte del gobierno de Francia, y principal difusora de la obra de Alfonso Reyes –nombre de una calle en la Condesa, que antes de eso, fue poeta y animador de la investigación literaria en México.

A raíz de la muerte de su abuelo en 1959, Alicia ha sido gran promotora de su obra, lo que le valió un homenaje magno en el Alcázar del Castillo de Chapultepec el pasado lunes 27 de marzo, en el que estuvieron presentes Felipe Garrido, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua; Andrés Lira, director del Colegio de México; Adolfo Castañón, director del Fondo de Cultura Económica; Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec; y Ximena Aguilar, alumna del Seminario de Cultura Mexicana.

Platicamos con "Tikis", como le llaman para conocer cómo fue su descubrimiento de la poesía y sobre todo, qué la llevó a continuar con la obra de su abuelo.

Adolfo Castañón se refiere a ella como

Adolfo Castañón se refiere a ella como "princesa de las letras hispanoamericanas." Foto x Barbara Bañuelos

¿Cuál fue la más grande enseñanza de Alfonso Reyes?

Alfonso te sabía interesar por algo. Y desde muy chica tuve contacto directo con la literatura. Mi primer poema fue en un cumpleaños para él.

La lección básica de mi abuelo fue "dime qué piensas tú". Me enseñó a transmitir mis propias ideas. Además de él, otra gran persona que me dejó mucho, fue una maestra que tuve, Doña Juana de Ontañón, que me dejó el gusto por el lenguaje. Mi manera de agradecer todas estas lecciones de vida, es poniendo en práctica lo que aprendí de cada uno.

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Toda mi familia contribuyó a este gusto por la palabra escrita. Me acogieron y me encaminaron al arte. Si no te señalan las cosas, te vas a tardar más en descubrirlas. Así fue el camino: muchas letras, mucha cultura.

Foto x Bárbara Bañuelos

Además de Alfonso, ¿quién más fue una fuente de inspiración?

Fueron varias circunstancias. Yo recuerdo mucho a José Gaos, que vino exiliado de España. Iba muy seguido a ver a mi abuelo, y al principio yo no sabía de qué hablaban pero me encantaba escucharlos.

Conocí a Jaime Torres Bodet, otro poeta mexicano, quien además fue secretario de Relaciones Exteriores y de Educación Pública, desde donde organizó la Campaña Nacional contra el Analfabetismo en 1944. Sus poemas están dedicados a elucidar los problemas de la cultura, la educación y la concordia internacional de México y el mundo.

Más que nada, mi inspiración fue un cultivo de mi curiosidad. Cuando eres muy pequeño, no te das cuenta de la grandeza de ciertas obras y el querer saber más, esta sed de conocimiento, es algo que viví en mi familia.

Otra virtud de Alfonso Reyes es que tenía ordenada su biblioteca, los estantes estaban acomodados por país y las obras por orden alfabético según el autor. Tenía un sistema que te facilitaba encontrar lo que buscabas.

Me creó el deseo de querer ser como él. Recuerdo que nos leía párrafos y yo, junto con mis hermanos, teníamos que adivinar a qué obra pertenecía. Yo me los sabía todos.

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De todos los escritos de tu abuelo, ¿cuál es tu favorito?

"Visión de Anáhuac". Poco después de haberlo leído, mi abuelo tomó mi mano y subimos a la azotea de la Capilla Alfonsina y como no había tanta contaminación en ese entonces, se veía el Valle de México vasto, con los dos volcanes en el horizonte, lo que ahora le llamamos "El paso de Cortés", y él me explicaba: Mira, por ahí vino Hernán Cortés con su ejército. Y como yo era una niña, imaginaba como iban pasando los conquistadores. Este cuento es literatura en vivo. Te invita a soñar.

Cuando uno va creciendo, se disfruta hasta la soledad de un libro, pero siendo pequeña es necesario que te sacudan la curiosidad. Y eso es algo que hace Reyes en sus escritos.

¿A qué otros eventos culturales te acercó tu familia?

Mi abuela, Doña Manuelita, una de las primeras mujeres homeópatas, me llevaba a ver el ballet folklórico de Amalia Hernández, los domingos, y a escuchar a la Orquesta Sinfónica Nacional. Manuelita me hizo amar a México, me llevaba del tingo al tango a empaparnos de la cultura mexicana, sus tradiciones, el festival Cervantino. En una ocasión me llevó a Pátzcuaro para la Noche de Muertos. También me dejó el gusto por la comida mexicana. La gastronomía también es cultura, es un sello único de cada región.

Cuando tienes todas estas experiencias de frente, se te quedan para toda la vida.

Creo que en el medio artístico todos están buscando un reconocimiento por la pura fama.

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No es fácil, el celo profesional existe en todo el mundo. No hay originalidad.

La obra de cada autor debe hablar por sí misma. Te das cuenta, por ejemplo, con Víctor Hugo y Los Miserables, una obra maravillosa que nunca va a pasar de moda por la trama, el tema, todos esos elementos que la hacen única.

Ese es el genio literario realmente, y no aquel que quiere parecerse a. ¿Dónde está la originalidad real? Creo que hay pocos autores que alcanzan ese grado de originalidad.

Hay mucha envidia y cuando la envidia es el motor de la creación, nada bueno sale.

Hablando de buscar la originalidad, ¿qué consejo darías tú a los escritores?

La regla de oro es que sean ellos mismos. Qué piensas tú, qué estás haciendo y cómo lo haces. Esa es la más grande virtud para cualquier artista: pintor, bailarín, poeta.

Es transmitir el dónde estás tú, dónde te podemos encontrar. Es un camino largo, de mucha reflexión. Por ejemplo, yo di varias conferencias sobre Marcel Proust, un gran escritor, pero no es fácil. Lo que me pareció más hermoso es que no te va a narrar lo que está viendo, sino cómo se refleja el mar en una vitrina de su recámara en ese momento. Esa es la esencia de Proust.

Ser tu mismo es una conducta de vida, acompañada del miedo al qué dirán, incluso tus propios pensamientos de no saber si estás haciendo las cosas bien o mal. Pero ese es un reto que se debe superar.

Es una búsqueda, pero debes tener disciplina de lectura, de conocimiento, de reflexión y adentrarte como crítico personal. Es sentarte a pensar: A ver qué puedo descubrir yo.

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Foto x Bárbara Bañuelos

Cuando escribes, ¿qué es lo que quieres reflejar en tus palabras?

Hay diferentes cosas. Hay amor, hay tristeza, pero siempre es esta búsqueda de rascar el alma para buscar lo bello: un poema, un pensamiento. Quiero tener un efecto, y me anticipo a "qué va a pensar el lector de esto". Reflejo la reflexión de mi propio pensamiento.

La literatura debe ser un golpe en la cabeza, algo que te mueva. Con mi novela Fetiche, medité mucho a Don Quijote, porque lo que hace Cervantes es crearte dos arquetipos: Don Quijote y Sancho, tienes al racional y al soñador.

Hay que meditar lo que leas. Quizá no hayas leído mucho, no importa, pero es preguntarte "qué leí", "por qué lo leí", "qué mensaje está transmitiendo el autor", porque sino tienes un juicio propio sobre los demás autores tampoco vas a poder analizar qué estás haciendo tú.

Creo que todos tenemos algo de poetas, pero hay que sacarle partido, pero, ¿cómo? leyendo mucho, formando un juicio. Descubrir los por qué para descubrir la verdad,. Como decía mi abuelo: "Viajero has llegado a la región más transparente". Has llegado a la verdad.

Desgraciadamente a los autores les falla mucho la reflexión propia. Es una soberbia, un mal muy del hombre: "yo logré, yo hice, yo escribí y me reconocieron". Es cuando se pierde el ser uno mismo y terminas elevándote.

8. ¿Cuál es el secreto para mantener los pies en la tierra?
Es una lección de mi abuelo: Critícate.

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Cuando haces algo el primer crítico eres tú, independientemente de lo que digan los demás. El ser humano es una virtud, es una maravilla, pero debe aprender a cultivar esa maravilla y sacarle provecho.

Se vale ser copiador, pero como una inspiración, porque no se trata de calcar obras ya hechas. Y la inspiración es una manera de alabar el intelecto, la personalidad de otro autor, es la admiración a lo hecho, y no la envidia.

Es todo un entrenamiento, y sobre todo comer muchas pasitas para nutrir el intelecto. Consejo de la abuela.

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