Comunicando complejos sentimientos e instalaciones mentales, el artista cubano radicado en Miami, Gilbert Rodríguez, crea mundos fantásticos que ilustran a través de paisajes y retratos abstractos las sutiles e infinitamente complejas capas del imaginario humano.
Todas las imágenes cortesía del artista.
La obra habla por sí sola y establece con el espectador una tela que remite a un recuerdo perdido y deformado por el paso del tiempo. Sin embargo, esto no puede ser comprendido como una experiencia estrictamente cultural o social, sino que refiere a la subjetividad del autor como pocas obras; dimensionando y revalorizando lo que confunde a la imaginación de lo privado con los sentimientos compartidos.
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Deambulando entre Remedios Varo y Salvador Dalí, las obras de Gilbert Rodríguez crean una estética propia que no debe de ser limitada a un estilo a movimiento: "Aún no encuentro un lugar para mi arte en Miami", comenta el artista. "Por un lado está la influencia del arte cubano, con sus óleos y colores. Por el otro lado está Wyndwood y todo un movimiento de arte contemporáneo. Mientras que mis obras rondan el surrealismo fantástico y para desventaja (¿o ventaja?) predomina el blanco y negro".
Los detalles de color que luego sorprenden en sus obras, hablan de una relación diferente con el arte mismo y sus alcances y límites cromáticos. Pero nunca perdiendo la dimensión narrativa que Gilbert Rodríguez logra en sus figuras.
