El pasado 24 de mayo, Platoon presentó una charla,) sobre activismo y Nu Media, dirigida y moderada por Alfredo Salazar-Caro a propósito de su visita a México por su participación en 1MES1ARTISTA. Los participantes fueron María Torres, investigadora de arte, ciencia y filosofía de la tecnología; Gaby Cepeda, curadora y artista, fundadora del Girls of the Internet Museum; Doreen Ríos, curadora y fundadora de ANTImateria; Salvador Loza, artista digital enfocado en realidad virtual y aumentada, co-fundador de Vngravity, junto con Gibrán Morgado, también artista invitado, quien se presentó a través de su avatar, Lil Pillo, a quien tuve el honor de personificar ante la confusión de participantes y asistentes.
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El lunes nos reunimos con Gibrán para compartir ideas sobre lo que se hablaría en Platoon. Me compartió algunas referencias y me explicó a grandes rasgos por qué quería que me presentara como si fuera él. Como yo lo entendí, quiso presentar preguntas y problemas sobre la idea del autor o artista frente al contexto del activismo. Cuando lo que se busca son soluciones creativas y tecnológicas a problemas que deben ser abordados colectivamente, el creador es aquel que vincula nodos en las redes de acción y su subjetividad debe pasar a segundo plano.
Menciono todo esto porque se vincula directamente con los temas que se discutieron. Se habló de cómo el arte y la teoría de los nuevos medios pueden influir en la esfera pública por medio de la creación colectiva, de la producción de diálogo y de buscar llegar a las audiencias fuera del entretenimiento. Hace falta ubicar la práctica en los contextos locales y plantear acciones que se relacionen a los problemas particulares de cada espacio social.Nos encontramos frente a muchos muros, quizá el más importante y el que trasciende todas las fronteras es la influencia de los valores hegemónicos sobre todos los aspectos de la cultura. El arte, el activismo y todo pensamiento progresista están atrapados en pequeñas burbujas sociales, resguardadas aceleradamente por algoritmos de redes sociales y enmascaradas por la aprobación de contactos personales que nos hacen creer que todo el mundo piensa como nosotros. Esta capacidad de silenciar la disidencia y de mantenerla alejada de las masas es lo que nos hace cuestionarnos qué tan ingenua es la idea de un arte que realmente pueda influir en la sociedad.
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También hubo un consenso de optimismo sobre el estado actual del arte de los nuevos medios en México y Latinoamérica. A pesar de la falta de recursos, acceso a la tecnología y presiones de todo tipo, sí observamos logros al alcanzar audiencias cada vez más grandes, gracias a proyectos ricos en calidad técnica, estética y conceptual.
Por último, pensando en las posibilidades de influencia de medios como la realidad virtual, se habló de cómo, a pesar de que actualmente es una herramienta que ha utilizado principalmente los videojuegos y la pornografía para propagar el pensamiento hegemónico, es revolucionario en la medida en la que nos permite explorar escenarios especulativos. La experiencia de visualizar realidades posibles vinculadas con ciencia, fantasía de la ciencia y ciencia ficción, es fundamental para estimular la imaginación crítica a través de lo vivencial, dejando una marca en el usuario que lo vincularía irreversiblemente con el activismo.
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Menciono todo esto porque se vincula directamente con los temas que se discutieron. Se habló de cómo el arte y la teoría de los nuevos medios pueden influir en la esfera pública por medio de la creación colectiva, de la producción de diálogo y de buscar llegar a las audiencias fuera del entretenimiento. Hace falta ubicar la práctica en los contextos locales y plantear acciones que se relacionen a los problemas particulares de cada espacio social.Nos encontramos frente a muchos muros, quizá el más importante y el que trasciende todas las fronteras es la influencia de los valores hegemónicos sobre todos los aspectos de la cultura. El arte, el activismo y todo pensamiento progresista están atrapados en pequeñas burbujas sociales, resguardadas aceleradamente por algoritmos de redes sociales y enmascaradas por la aprobación de contactos personales que nos hacen creer que todo el mundo piensa como nosotros. Esta capacidad de silenciar la disidencia y de mantenerla alejada de las masas es lo que nos hace cuestionarnos qué tan ingenua es la idea de un arte que realmente pueda influir en la sociedad.
