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Cultură

Así es vivir y lidiar con el Trastorno dismórfico corporal

Liz Atkin y Leigh de Vries nos muestran que el arte no tiene por qué ser convencionalmente bello para ser hermoso. Y nosotros tampoco.

Trabajo realizado por Liz Atkin

Las víctimas del Trastorno dismórfico corporal tienen una visión distorsionada de cómo se ven, lo que puede hacer que se miren compulsivamente en el espejo o, por el contrario, eviten por completo las superficies reflejantes. El pellizcado cutáneo patológico, el aislamiento y la cirugía estética también son comunes entre las personas con TDC. Estos comportamientos los aíslan del resto del mundo y pueden quedar atrapados en un ciclo de miedo y odio a sí mismos. En los casos más extremos, el TDC puede conducir al suicidio

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A pesar de que ya se ha escuchado más sobre esta enfermedad, sigue siendo una condición nueva en términos de comprensión y conciencia pública. En 2013, sólo se reconoció como "espectro obsesivo-compulsivo' relacionado con el TOC. Se cree que una de cada 100 personas en EUA y el Reino Unido padece la enfermedad, aunque es probable que en realidad la cifra sea mayor. Los expertos en el campo tienden a coincidir en que las terapias cognitivo conductuales (TCC), junto con medicamentos contra la ansiedad, son el punto de partida recomendado a los terapeutas y médicos para tratar la enfermedad. Pero también hay un "proceso de resolución de problemas humano" que ha estado con nosotros desde hace tiempo: manifestar y enfrentar nuestras aflicciones a través del arte.

Liz Atkin y Leigh de Vries son dos artistas que toman sus miedos y obsesiones como materia prima para convertirla en fotografía, actuación y cine.

Atkin, quien trabaja principalmente con el autorretrato fotográfico, ha sufrido Dermatilomanía (o pellizcado cutáneo patológico), desde los ocho años, cuando esta condición surgió como un respiro a la ansiedad causada por los conflictos familiares en su hogar. Estudió danza y teatro, pero fue durante un proyecto de estudio en el que se le pidió que grabara su cuerpo que comenzó a pensar sobre su condición de manera creativa. "Tuve que enfrentar la enfermedad cuando comencé una maestría en danza a los 29 años; fue entonces cuando me di cuenta de que podía utilizar el padecimiento y estudiarlo en cuanto a un patrón de movimiento en mi cuerpo. No tenía idea de que me iba a ayudar con el trastorno… que cambiaría mi vida".

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Con un escáner, el dispositivo para capturar imágenes que tenía a la mano, Atkin comenzó a grabar su propia imagen, utilizando cualquier cosa que tuviera cerca —leche, cabello, pegamento, pintura— para crear nuevas imágenes. Estaba fascinada con las superficies y las texturas de su cuerpo y con todo lo que la rodeaba, por lo que se decidió a examinar a detalle esas partes de su cuerpo con las que estaba obsesionada.

Una representación de 'Curdled' de Liz Atkin

En el primer evento de la Fundación Trastorno Dismórfico Corporal en Londres a principios de este año, el Dr. David Veale, uno de los principales expertos en el campo del TDC, habló sobre cómo el autorretrato podría ayudar en el tratamiento de esta condición. También habló de cómo una persona con TDC o TOC reacciona diferente a la ansiedad que el resto. En esencia, cuando la parte del cerebro que se encarga de la respuesta al estrés agudo se activa, alguien con TDC intenta lidiar con el miedo activando la parte del cerebro que se ocupa de los detalles. Con el fin de sentirse "seguro", el cerebro de alguien que padece TDC se centra en algo —cabello, piel, piernas, etc.— como respuesta a la angustia, en un intento por sentirse mejor. O, en el caso de la Dermatilomanía (pellizcar la piel), el simple acto en sí genera un efecto relajante, como un trance. Este enfoque en los detalles es algo que el trabajo de Liz Atkin sobre la Dermatilomanía captura de manera brillante.

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De Vries es un músico y artista que ha estado plagado de pensamientos negativos sobre su apariencia desde que era un adolescente. "En todos los proyectos en los que he trabajado hasta ahora, me exponía de la manera en que yo quería que el mundo me viera. Pero debido a mi TDC, semanas antes de una sesión de fotos, de la grabación de un video o de ir al estudio a cantar, mi TDC me atacaba en múltiples niveles. Llegó un punto en que me aislé en mi casa durante un par de meses, sin ningún tipo de comunicación con nadie. Entonces me llegó la idea: '¿Por qué no expreso esto a través de mi arte?'"

Leigh de Vries con una de sus piezas, una prótesis para la cara

A De Vries se le ocurrió hacer Exposure (Exposición), una instalación con vídeo y audio —The Broken Reality Tunnel (El túnel de la realidad distorsionada): un recorrido por dos habitaciones en las que se proyectan dos videos en los que ella camina por el centro de la ciudad de Manchester con una prótesis facial, la cual fue creada por el experto en maquillaje Shaune Harrison. Las dos salas de video están conectadas por túneles oscuros en los que las voces de De Vries y otras personas que padecen TDC hablan sobre la condición. Es una construcción oscura hermosa que refleja la sensación de estar atrapado con tus pensamientos.

"Quería recrear el monstruo que creía parecer y usarlo físicamente en público para generar un poco de alivio en mi mente al haber vivido la experiencia real", dice De Vries. "Cuando tenemos algo en nuestra mente, en comparación con lo físico, la versión mental es mucho peor. Shaune y yo hicimos un ejercicio en que yo le decía a qué me parecía. Imaginaba que me parecía a alguien con Elefantiasis, con enormes protuberancias que salían de mi cara y de mi cuerpo. Luego dije que tenía un gran tumor en mi cara y se me ocurrió trabajar con cámaras escondidas, no sólo porque quería capturar mi viaje de forma aislada, sino porque quería hacer un comentario social sobre cómo reacciona la gente ante las personas con deformidades. Teníamos esta increíble cámara secreta en los lentes y otra en un botón de mi blusa, eran excelentes perspectivas. Probablemente ha sido el día más espantoso de mi vida."

Ninguna de las dos artistas ha buscado ayuda profesional para su condición. De Vries ha estado en contacto con otras personas que padecen lo mismo a través de las redes sociales y la Fundación Trastorno Dismórfico Corporal. Para ella, el trabajo en sí le genera alivio. "Es muy hermoso que al revelar mi secreto más oscuro, esté con él de una manera compasiva y en lugar de sentir vergüenza, estoy orgullosa. Siento que revelar el caos hace que me sienta más cerca de la gente y que la gente se sienta más cerca de mí —es algo así como decir 'estoy jodida', y la gente entonces dice '¡Oh, Dios mío, yo también!'" De la misma manera, Atkin habla de cómo el proceso de crear arte le ayuda con la Dermatilomanía ("Es casi lo mismo hacer arte —utilizo los dedos, escudriño mi cuerpo"). Hace cuatro años, durante un período difícil en su vida, Atkin se acercó a un médico por primera vez y éste le dijo que ya estaba en lo que los terapeutas llamarían etapas avanzadas.

Una toma de 'Exposure' de De Vries

Tanto Atkin como De Vries quieren utilizar su trabajo para ayudar a otros. Ellas están involucradas en programas de difusión, en particular con grupos de jóvenes —debido a que estas condiciones por lo general comienzan en la adolescencia— y en la terapia con arte. Atkin ha dado pláticas sobre su condición y tiene la intención de hacer más trabajo de divulgación después de que regrese de su misión de investigación en EUA. "Estados Unidos está muy adelantado en términos de conocimiento e investigación de la Dermatilomanía y la Trocotilomanía [cuando se arranca el cabello]". También la han invitado a mostrar su trabajo en el Centro Médico de la Universidad de California en Los Ángeles y en la Universidad del Sur de California

Todos somos susceptibles de tener una imagen negativa de nosotros mismos. Y cuando nuestra mente nos lleva a lugares oscuros, es bueno tener arte para saber que no estamos solos. Liz Atkin y Leigh de Vries nos han demostrado que el arte no tiene por qué ser convencionalmente bello para ser hermoso. Y nosotros tampoco.