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Cai Guo-Qiang hace estallar su obra con pólvora negra

El "ciudadano del mundo" que hace explotar sus obras e imaginario con dinamita.
Capturas vía YouTube.

Hojas de bambú esparcidas en el suelo, sobre ellas, mechas, pólvora suelta y plantillas de cartón que revelan siluetas sobre la superficie del papel. Montaje explosivo que al contacto del fuego incendia la imagen desprendiendo inauditas sensaciones y precoces pensamientos. En medio, entre estruendosas explosiones, la pólvora rasga, rompe, penetra la superficie del papel. Incendio creativo que despliega diseños explosivos y a la vez fusiona al artista y al espectador en un continuum de sensaciones. Encuentro instantáneo monumental como efecto de una explosiva destrucción que desborda en creación; una desorganización ajena a cualquier significación.

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A partir de mediaciones intensivas, Cai Guo-Qiang hace estallar la escena del arte contemporáneo en desbordes místico-religiosos, y sensaciones racionales que re-territorializan la experiencia hacia nuevas coordenadas. La obra de este artista traza serie de variaciones fragmentarias y azarosas a partir de la convergencia de múltiples medios: el encuentro de diferentes formas de expresión como el dibujo, la instalación, el video y el performance; y la exploración de diversas materialidades como el papel, la tinta, el óleo, la pólvora, pero también, la tierra, el fuego el viento e incluso el cuerpo. Fusión de medios, soportes, materiales y técnicas tejen un universo poético que emerge de la pintura, llevándonos a explorar las posibilidades de lo que el medio representa para el arte.

“El arte es para mí un túnel del tiempo y del espacio. Me lleva entre lo real y lo irreal, entre lo visible y lo invisible, entre Oriente y Occidente […]”

Frente a la obra de Cai, nos vemos ante la imposibilidad de clasificarla o conceptualizarla. Cai nos introduce en un proceso de exploración donde las ideas toman como medio la pintura, desplegando lo heterogéneo del arte. Proceso que nos aproxima a pensar la pintura fuera de cualquier percepción ordinaria. Un punto de surgimiento y emergencia; no una fijación, sino una manifestación de relaciones permutables donde las imágenes se expresan como diferenciales.

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Para Cai, no es el objeto artístico lo que importa, sino el proceso creativo del que éste surge. Traspasar el discurso hegemónico occidental del arte implica un proceso de construcción que, por medio de fragmentos, capta imágenes no vistas, imágenes invisibles, imágenes inadvertidas, rebasando los límites impuestos por lo visible.

En el proceso creativo de este artista, la producción de dibujo con pólvora se desarrolla en dos estratos: por un lado, la serie de dibujos realizadas en Japón de 1989 a 1995, por otro, la serie realizada en Nueva York a partir de 1996. Durante el período japonés, Cai creó dos series importantes que servirían de preámbulo a los proyectos de explosión denominados Proyectos para extraterrestres y Proyectos para la humanidad que consisten, en su mayoría, en mamparas plegables formadas por varios paneles o de una sola hoja de papel, los cuales fungen como diagramas de ideas conceptuales y diseños visuales que posteriormente se convertirán en proyectos de explosión concretos, destinados para una audiencia pública en directo.

Para Cai, imaginar una vida exterior, una inteligencia extraterrestre, lo lleva a plantear algo muy parecido al proceso de creación artística en donde coexisten múltiples realidades. Así, inspirado en esta idea, el artista realizó alrededor de veintisiete proyectos explosivos, entre los que destacan: Proyecto para alargar la Gran Muralla China 10.000 metros: Proyecto para extraterrestres no 10 (1990); Morada humana: Pirámide investida en la luna: Proyecto para la humanidad no 3 (1991); Proyecto para extraterrestres no 1; Movimiento fetal II: Proyecto para extraterrestres no 9 (1992), entre otros.

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Movimiento fetal II: proyecto para extraterrestres n.º 9, obra realizada en la base militar de Bundeswehrwasserübungplatz, en Hannover, consiste en la excavación de tres círculos concéntricos, varias líneas transversales y la figura monitorizada de Cai. Posicionado en el círculo central, el artista es conectado a un electrocardiógrafo y un electroencefalógrafo, aparatos que registran los latidos de su corazón y sus ondas cerebrales en el momento de la explosión. A la par, nueve sensores son colocados en el perímetro del círculo exterior que, conectados a un sismógrafo, captan los movimientos de la tierra. Las explosiones detonan materiales, también sensaciones: las del artista que siente su cuerpo y la vez es consciente del movimiento fetal del origen de la tierra y de toda la vida que contiene en su interior. Los círculos concéntricos, las líneas transversales, el círculo de pólvora que rodea la pequeña silueta de Cai, las notas en chino y los dibujos con pólvora son los cómplices de esta proeza.

Nubes de humo son una colisión que acciona la re-creación del pensamiento y las sensaciones hacia nuevos confines de exploración donde el arte no pueden enmarcarse en lo posible, sino más bien generar lo imposible. Expansión de las coordenadas de las percepción, re-territorialización de la mirada. La serie de dibujos con pólvora, constituye un nuevo medio de expresión artística que re-inventa, re-toma y re-establece la alianza con las fuerzas de la naturaleza; con la physis que tanto resuena en el pensamiento presocrático de Heráclito a Anaximandro.

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La pólvora, material poco convencional en la pintura, incluso para el arte. ¿O no? No es ningún pigmento, aleación o mezcla que produzca color; ligada a la guerra o a eventos de orden religioso, la pólvora es ante todo un material caótico que provoca afecciones en el sistema nervioso. Es un material muy peculiar que pone en contacto la vida y la muerte, la destrucción y la creación.

“[…] al principio, jugar con ella [la pólvora] era sólo cuestión de azar, de control. Quería romper con la restricción que, debido a los conceptos de refinamiento y perfección, había sufrido el arte. Quería crear algo impredecible, accidental, caótico: jugar con el azar.”

Ante este material somos testigos de una fenomenología estética, mezcla de un impacto visual y un shock en el sistema nervioso. En la obra de Cai se revela el portentoso poder de este material, que se convierte en medio, a través del cual las imágenes revelan un lado contradictorio de la vida: la destrucción y la creación. Ambigüedad que nos coloca ante la magia de lo espontáneo y lo impredecible que se muestra como la infinita capacidad de transformación de la materia en un tiempo y un espacio singular. Alquimia que abre un vínculo, o más bien re-establece el diálogo con el estado primordial del caos, en donde tanto artista como espectador se re-encuentran en una multiplicidad creadora de la que surgen exploraciones y experimentación.

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Monumentales montajes con pólvora, proyectos explosivos que confieren una memoria del proceso creativo del artista. Ya sea pinturas, fotografías o vídeo son registros de las reminiscencias de lo espiritual y lo bélico, la destrucción y la creación, la muerte y la vida, o más bien, estratos de exploración donde surge la experiencia singular de lo que hoy en día el arte es capaz de expresar a partir de la fusión entre medios.

El paso del tiempo, las transformaciones y deformaciones de la materia y cómo ésta impacta la disposición del espacio: El siglo de los hongos atómicos: Proyectos para el siglo XX (1995-96), una fusión que problematiza lo estético-político, provocando nuevos diálogos y ejercicios reflexivos en torno a lo social. Cai, introduce un arte colectivo e incluyente donde el espectador es partícipe de la creación artística. Una multiplicidad que desvanece cualquier individualidad, potenciando en cambio la individuación y la multiplicidad.

A partir de una singular iconografía estética inspirada en la mitología, la religión, la historia y lo militar, la filosofía taoísta y budista, la cosmología, la tecnología pirotécnica, la medicina y los conflictos políticos, Cai nos sumerge en interconexiones que revelan lo oculto, inadvertido, imprevisto e invisible.

“Estoy llevando el caos al tiempo, al contexto y a la cultura […]. Ignoro los límites entre las diferentes herencias culturales y navego a mi antojo entre lo chino, lo oriental y lo occidental, o cualquier otra cultura mundial que exista. Puedo sacar a una de ellas de contexto y meterla en otro, ignorando todas las fronteras y todas las limitaciones socialmente construidas.”

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Cai se define como un “ciudadano del mundo”, que a través de arte expresa la débil línea de las barreras culturales. En 1996, la obra Grita dragón/Grita lobo: El arca de Gengis Kan resultó finalista en la primera edición del Premio Hugo Boss del Solomon R. Guggenheim Museum. Tres años más tarde recibió el León de Oro de la XLVIII edición de la Bienal de Venecia por la instalación Patio de la recaudación de la renta de Venecia (1999). Así mismo, este artista ha colaborado con el diseñador Issey Miyaki en la serie de artistas invitados de la colección Pleats Please. Cai ha alcanzado la fama internacional a través de sus exposiciones en solitario y sus proyectos de explosión al aire libre de grandes dimensiones.

Obras provocativas, masivas y monumentales, donde la exploración de la pólvora lo conduce a la búsqueda intensiva de una práctica, una técnica, un medio a través de las fuerzas espontáneas de la naturaleza -el viento en la pintura, la combustión de la pólvora sobre tejidos o papel de bambú-; provocación que conduce a la renuncia del control, dejando como impronta los rasgos aleatorios del humo y las chispas del fuego que ha transformado la materia en cenizas.

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