Nostálgicos de la Game Boy

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Nostálgicos de la Game Boy

Patrick Rodríguez tiene 24 años y está desarrollando juegos para Game Boy. Sí, la Game Boy original, la que se comercializó en 1989.

Patrick Rodríguez sostiene una de sus Game Boys originales. Imagen: Patrick Rodríguez

Sobre la mesa del piso de Boston de Patrick Rodríguez reposan las tres Game Boys originales, una junto a otra. Son enormes, feas y cuadruplican el grosor de un iPhone 6. Algunas están pintadas con colores chillones. Las pantallas son diminutas, de dos pulgadas y media. Patrick coge una de ellas y la enciende. De los altavoces sale ese tono familiar que me recuerda a mi infancia.

"Esta es mi favorita", explica. Fue la primera consola que compró y modificó él mismo. Le instaló una luz posterior para poder jugar en la oscuridad, invirtió los colores para tener mejor visibilidad, le añadió entradas y salidas de audio en la parte de delante y una salida estéreo en la de abajo. Inicialmente debía servir para crear música, me explica, pero después de un tiempo empezó a hacer juegos.

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Rodríguez tiene 24 años y está desarrollando juegos para Game Boy. Sí, la Game Boy original, la que se comercializó en 1989. Su intención es desarrollar ocho juegos para este dinosaurio de las videoconsolas y distribuirlos a través de su marca, Patchwork Games . Ha titulado a la serie "Eight Bitty Games" y de momento ha completado cuatro: Yarn Ball, Orb Catcher, Tiny Dancer y Dodgeball.

También tiene planeado realizar varios experimentos con los componentes de hardware de la Game Boy, como el cable que conectaba varias Game Boys en la era pre-WiFi o la Game Boy Printer, que permitía a los usuarios imprimir pequeñas imágenes directamente desde la pantalla.

Pero, ¿por qué querría alguien jugar con una consola tan antigua, y mucho menos crear juegos para ella? Rodríguez parece disfrutar exprimiendo su creatividad con las limitaciones que impone trabajar con una Game Boy. Yarn Ball, por ejemplo, es un juego de puzles minimalista en el que debes guiar un ovillo de lana a través de 23 laberintos. A Rodríguez le "entusiasmaba la idea de que fuera tan pequeño", del hecho de experimentar y ser capaz de crear el mejor juego en la menor cantidad de espacio posible.

Pero la tarea de desarrollar juegos para Game Boy es una afición solitaria. Esta práctica de modificar juegos a gusto del consumidor se denomina homebrew (hecho en casa) y sigue una tendencia distinta al modding, que consiste en trucar los juegos para hacer que tu personaje pueda volar o tener la posibilidad de quitarle la ropa . Los desarrolladores homebrew como Rodríguez a menudo deben lidiar con restricciones de hardware. En cualquier caso, la mayoría prefiere centrarse en consolas modernas como la Wii U, y son cada vez menos los que trabajan con hardware antiguo.

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El juego de Rodríguez, Yarn Ball, visto en un televisor. Imagen: Patrick Rodríguez.

El propio Rodríguez no conoce a mucha gente que se dedique a modificar Game Boys y menos a desarrollar juegos para esa plataforma. Existe una comunidad chiptune, formada por músicos que componen temas musicales a partir de los sonidos que emite la Game Boy, pero por lo demás, los problemas que se encuentra Rodríguez debe resolverlos él mismo.

"En internet hay un kit de desarrollo para Game Boy", me explicó Rodríguez, "pero es del año 2000, así que tienes que trastear con él para hacer que funcione en sistemas operativos más recientes… No hay mucha documentación al respecto, así que vas aprendiendo sobre la marcha".

Actualmente, Rodríguez gana muy poco dinero con sus proyectos. Todos sus juegos son gratuitos y quien quiera puede hacer un donativo a través de sus páginas Patreon o itch.io. Hace esto por amor al arte y para mejorar sus capacidades en el desarrollo de software.

Otro de los elementos de la Game Boy que atrae a la gente es esa característica y nostálgica melodía. Cada vez que Rodríguez lleva sus juegos a festivales como Indiecade East, siempre hay algún jugador que se sorprende de que estos dispositivos sigan activos. Todo el mundo se maravilla: desde los adultos que juegan para revivir su infancia hasta los aficionados más jóvenes que tienen una Game Boy entre sus manos por primera vez.

"Muchos adultos me dicen que recuerdan los juegos y que les encantaba jugar", dice Rodríguez. "Se lo pasan bien con la Game Boy sea cual sea el juego".

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La Game Boy Printer imprimiendo un logo de Patchwork Games. Imagen: Patrick Rodríguez.

Se pueden encontrar Game Boys por unos 33 euros en eBay, pero Rodríguez prefiere comprar las suyas en el sitio web ASM Retro, foro en el que sus miembros comparten su pasión por estos aparatos e incluso fabrican muchas de las piezas ellos mismos.

"Una Game Boy es un cacharro antiguo, lento y engorroso que prácticamente no tiene capacidad para nada, pero ahí está precisamente su encanto", explica en un email Christopher Antonellis, responsable de ASM Retro. "Nos une ese amor por las cosas del pasado y lo celebramos juntos".

Puede que Rodríguez se sienta solo en el aspecto del desarrollo, pero hay gran cantidad de modders, artistas de chiptune y coleccionistas dispuestos a mantener vivo el legado de esta pequeña consola. Como dice Antonellis, siempre habrá un mercado para la Game Boy.

"No hay mejor momento que este para aficionarse a la Game Boy", afirma. "Nadie discute que está pasada de moda, pero tampoco puede discutirse que es una pasada de consola".

Traducción por Mario Abad.