FYI.

This story is over 5 years old.

Television

La vieja y frenética máquina de hacer noticias

¿Cómo es un noticiero desde adentro? ¿Qué se convierte en noticia y qué no? ¿Realmente existe una plutocracia mediática que controla nuestras opiniones ? Cuando hablamos de los noticieros en TV, la realidad a veces está más lejos de lo que podemos creer.
Foto por Enzo Maqueira

Artículo publicado por VICE Argentina

A las 6:15 pm, los 30 reflectores cuelgan del techo del estudio de televisión como murciélagos que no terminan de despertar. Una señora en uniforme de limpieza lustra un piso reluciente. Un grupo de camarógrafos, tira cables, sonidistas y asistentes conversa sobre las remodelaciones que alguno está haciendo en sus ratos libres. 19 minutos después, hacen su ingreso y se sientan a la mesa el conductor —vestido con saco, camisa y corbata—, sus compañeras y la maquilladora que les dará el retoque final. A las 6:40 pm la luz encandila cuando los murciélagos por fin despiertan. El piso replica sus brillos, pero también los de una pantalla gigante de leds que lo abarcará todo. Dos minutos, dice el asistente de dirección cuando el reloj de uno de los tantos monitores marca las 6:43 pm. Viene. Silencio.

Publicidad

Foto por Enzo Maqueira

Desde algún sitio irrumpe la música que cientos de miles escuchan, en este preciso instante, dentro de sus casas. También las letras catástrofe que les estalla en los ojos: “Lo que en un principio comenzó como un escándalo de la farándula es mucho más…”, dice con voz clara, modulada, el conductor. Las cámaras ponchan a la primera conductora, a la segunda, a la tercera. El asistente chasquea los dedos, señala una cámara, la tercera dice sus líneas, el conductor se pone de pie y camina en un círculo perfecto acompañando la pantalla de leds. Más música. Imágenes exclusivas. Los títulos del día. El show acaba de comenzar.

“Producir un noticiero es muy complicado", dice Alexis Selener, 18 años como productor de noticias, creador de saladeprensa.net. "A las 6:00 am leemos todos los diarios y vemos cuáles son las noticias del día. A las 7:00 am ya estamos comunicándonos con los involucrados. A veces los tenés que seguir días enteros para que no se te escapen. Lo más importante es conseguir la noticia y tener a su actor principal. Y uno puede hacer miles de cosas para lograrlo. Aun a pesar de todo ese trabajo, mi mamá a veces me llama para preguntarme si las noticias que salen en el noticiero son reales”.


Relacionados: Desde la FIL, periodistas y activistas critican la Ley de Seguridad Interior


Son las 6:54 pm, la historia de la organización de hackers que chantajeó a la diva Susana Giménez con videos de su nieta domina cada segundo de aire. Un cronista en el lugar del allanamiento explica que a la banda se la conoce como “Los Marcelito Tinelli”, por la gran cantidad de famosos hackeados. “Hay videos de cientos de famosos”, agrega el conductor desde el estudio. “Además, se habría encontrado material de pornografía infantil”. A las 7:03 pm el conductor lo despide hasta dentro de un rato. Un paso rápido por la participación del presidente Macri en el foro de Davos. Salto a la primera conductora, que hablará del duelo de moda entre la reina y la primera dama. “¿Por qué no hacen un duelo de moda entre ustedes?”, propone el conductor a sus compañeras. Dos minutos más tarde el asistente de dirección hace una seña, la cámara cambia de ángulo, todos miran hacia un invitado que un productor acaba de sentar a la mesa.

Publicidad

“El rating es el 70 por ciento de un programa", dice, con voz autorizada, Selener. "El otro 30 por ciento son fines comerciales y línea editorial. A veces te piden que pongas algo sin importar cuánto mide. Ahí te das cuenta de que hay otro arreglo, quizás comercial o político. Pero nunca podés saber cuál es. Somos empleados. Nos encanta el periodismo pero trabajamos para una empresa. No nos sentimos usados ni nos afecta. Al contrario: si podemos ayudar a que el canal tenga algún beneficio comercial, mejor”.

Foto por Enzo Maqueira

“¿Miden o no miden? Lo prueban. Si miden, lo dejan. Si no miden, lo sacan. Al final del mes hay que pagar los sueldos”, dice Rolando Graña, director de contenidos del noticiero del canal América y una de las caras más reconocibles del periodismo argentino. Está sentado detrás de un escritorio en una oficina que no derrocha comodidades. Muchas veces repetirá el mismo gesto: la boca fruncida hacia abajo, respiración profunda, negar con la cabeza. “Si no podés pagar los sueldos, vas a tener un piquete de tus laburantes. Muchas veces los grupos de medios tienen que hacer concesiones, tienen que ver para dónde va el viento, en algún momento necesitan la audacia de romper… la verdad es que hay que pagar los sueldos”.

Durante siete minutos, el especialista en seguridad informática se explaya sobre la mejor forma de evitar que los videos porno de la gente terminen en manos de bandas como "Los Marcelito Tinelli". Detrás de cámara, su novia le saca fotos a él y a la imagen de él en uno de los monitores. A las 7:14 pm el conductor le agradece su participación. “Último momento”, interrumpe una placa roja y furiosa. La cara del expresidente Lula se multiplica a lo largo del estudio. La justicia de Brasil ratificó su condena por corrupción. Un minuto después, en la misma pantalla, relucirá la imagen blureada de un policía que fue filmado tomando cerveza en horario laboral. 7:20 pm: vuelve la placa que paraliza los corazones. Es Lula otra vez, habla en directo desde Brasil.

Publicidad

Relacionados: Concursé en el programa 'Next Top Model' y fue deprimente


“El formato del noticiero no sirve como verdad ni como descripción de la realidad", opina Fernanda Tomé Ordóñez, quien durante años fue productora de Telefé Noticias. "Es presentar fotos de todo lo malo que sucede en una comunidad. Es muy recortado. Hay mucho que no podés escuchar, ni decir, mucha gente que no llega a dar su testimonio porque no la encontrás o porque no da el tiempo. Es un formato muy limitado que cuenta muy sesgadamente lo que sucede, partiendo del supuesto de que todas las noticias son importantes. Pero que todos nos enteremos a quién mataron, sin hacer nada después, no sirve de nada”.

A las 7:22 pm, un actor retirado defiende a un colega en el escándalo por las acusaciones de abuso. A las 7:24 pm, lo escandaloso son las inundaciones en el museo Louvre de París. 7:25 pm: los camellos descalificados por usar botox en un concurso de belleza. 7:26 pm: “Investigaban un femicidio y dieron con narcos”. La nota sigue en un tape que el director activa desde el control, un cubículo lleno de monitores y lucecitas donde, entre otras cosas, se controla el rating minuto a minuto. Mientras tanto, los conductores se relajan: leen sus rutinas, miran sus celulares. Los técnicos lo mismo: unos minutos de Tinder y otro poco de Instagram. ¡Viene!, avisa el asistente y todos vuelven a sus puestos.

Foto por Enzo Maqueira

“La actividad de sentarse a mirar televisión se está perdiendo. Los canales de noticias son los últimos sobrevivientes. El tema es que todavía no surge un reemplazo. Está todo muy lindo con las redes y las nuevas tecnologías, pero no pueden garantizar contenidos de calidad. Si desaparecen los diarios, ¿vamos a tener que informarnos por Twitter?, ¿seguir a los periodistas de a uno?, ¿ese periodista va a publicar sus cosas sin discutir con un editor?, ¿cuándo vamos a tener tiempo para concentrarnos en una investigación?”. Graña dice que no con la cabeza, aprieta los labios. “Si yo hoy pongo al aire una investigación del carajo, ¿cuánto puedo medir? ¿un punto, dos? Mañana me levantó todo el mundo, pero yo no cobro esa plata”.

Publicidad

Relacionados: Un periodista de la Ciudad de México está desaparecido


La pelea de argentinos en Uruguay. Un móvil desde Punta del Este con la mamá del chico golpeado. Otro móvil, desde Mar del plata: “Tradicional desfile en Puerto Aldrey”. José María Muscari anuncia la temporada de sus espectáculos. Temor por un brote de fiebre amarilla. La suba del dólar. Otro invitado en el piso: economista. El aumento de las naftas. Operativos de seguridad en Carlos Paz. Habla Ruben García, Director de Seguridad. “Así cuidan a los turistas”, dice el graph.

“Los televidentes están para criticar", explica Selener. "Ven la tele desde sus casas y no saben el detrás de escena. No conocen el esfuerzo que llevó conseguir una nota, lo que un productor tuvo que dejar su casa o su familia para que ellos puedan ver algo. Y ahora, con las redes sociales, te matan el doble. Nosotros tratamos de tener la mejor noticia, contarla y que al público le guste. Después verás si gustó o no gustó. Muchas veces hicimos pruebas de poner algo de Julio Bocca y no te mira nadie, y después pusimos un secuestro y te mira todo el mundo. El público consume morbo”.

Foto por Enzo Maqueira

Tomé Ordóñez reflexiona: “Los periodistas no son los poderosos. No son los que toman las decisiones. Las decisiones las toman las empresas. Y además las toman hombres, porque hay poco espacio para las mujeres. El problema es que el público tiene pocas herramientas para defenderse. El verticalismo del periodismo ya no funciona. Hay demasiado margen de error. La información es más endeble porque toda la red de información es más horizontal. Todos estamos haciendo información todo el tiempo”.

“Nuestro negocio es atraer a los auditorios, pero si los auditorios no te quieren escuchar, hay que rendirse a la evidencia. Si quieren comer milanesa y vos le das sushi, no van a comer sushi”, dice Graña. “También hay casos que se les van de la mano a los noticieros por culpa del rating", agrega Alexis Selener. "Por ejemplo, el caso Ángeles. Era una chica de Palermo, tenía un padrastro… Todos los días teníamos que buscar algo para decir. Alguien empezó con la historia del padrastro. Lo pusimos como el principal sospechoso y a la noche detuvieron al portero. A veces, por el rating, uno se confunde”.

Foto por Enzo Maqueira

Para el doctor Daniel Sinópoli, una de las voces más lúcidas en el campo del estudio de la comunicación de masas en la Argentina, la cuestión es más compleja. “El noticiero es presentado como una feria donde más o menos vistosamente se exhibe la mercancía, es decir, las noticias, sobre la base de un contrato tácito que dice que mediante la adquisición selectiva de esas mercancías, el público puede construir una idea suficientemente completa de la realidad. No hay una objeción de la calidad y del carácter estandarizado de ese producto, porque el objetivo es dar una idea muy básica y muy simplificada de la realidad. El problema es que luego se piensa la realidad a partir de esa fuente simplificada. Así, el público no cuestiona lo que ve. Consume el producto y luego el producto desaparece. No se contempla, aprecia ni decodifica. Se buscan resultados rápidos y eso le exige al periodismo un sistema de producción en cadena, como si una noticia fuera lo mismo que una remera de saldo. Y cuanto más se simplifica una noticia, más fácil se hace inducir el pensamiento de quien la recibe”.

A las 8:27 pm hay otra información de último momento, la tercera desde que empezó el noticiero. 8:31 pm, nuevo corte de diez minutos. 8:42 pm, placa de último momento. 8:45 pm suena la música del noticiero. El conductor se despide hasta el día siguiente. Las conductoras sonríen. En apenas unos segundos, los camarógrafos, productores, asistentes y tira cables abandonan el estudio. Los reflectores vuelven a apagarse. Será una noche corta. Temprano, en la mañana, habrá que dar nuevas noticias.