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El último vuelo del Hombre Pájaro

Un amigo de infancia de Jhonathan Flórez, el 'Hombre Pájaro', nos cuenta acerca de su relación con el riesgo y la consciencia que tenía de la posibilidad de morir en cada vuelo que emprendía.

Mi primer recuerdo de Jhonathan Flórez viene acompañado de una sonrisa cómplice. Nos conocimos cuando yo tenía doce años, en 1998, durante una de nuestras frecuentes visitas vacacionales a Girardot. Me parece todavía ver sus piernas largas, flacas, encaramándose a los muros como las de una lagartija. Me parece todavía verlo a la cabeza de una tropa de niños, esforzándose por alcanzar el techo más alto de una casa abandonada en Girardot. Nuestro objetivo era volar tres pisos en caída libre y terminar clavándonos en la piscina para luego emerger victoriosos, repletos de una especie de satisfacción épica: fuimos los pioneros en el salto de la casa 135, sector 2 del condominio El Peñón. Luego vinieron cientos de saltos más: cada que llegaban las vacaciones de diciembre y julio.

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Previamente a esta hazaña, valga la pena recordarlo, había una labor de planeación e investigación en la que Jhonathan observaba minuciosamente las condiciones para el salto: calculaba la altura del techo, la distancia a la piscina, las rutas de acceso y la posibilidad de ser descubiertos. Disciplinado y consciente de la importancia que tiene la seguridad en su profesión, calculador y metódico, siempre cuidadoso de la vida de sus compañeros y la suya propia, luego viajó por todo el mundo subiendo montañas y saltando desde aviones, helicópteros, monumentos y puentes…

Con los años su pasión lo llevó a ejecutar más de 4.000 saltos de paracaídas, entre los cuales se pueden nombrar el Eiger en los Alpes Suizos, el Troll Wall en Noruega y el Dent de Crolles en Francia. Rompió cuatro Guiness World Records, ganó la medalla de oro de la World Wingsuit League (WWL) y fue parte de losbasejumperscon mayor reconocimiento a nivel mundial. En resumen: él era uno de los hombres más rápidos del mundo.


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Cada salto podía ser el último, sin embargo. Eso lo sabía de sobra. Por esa razón sus momentos más felices eran también los más simples: llegar a casa en California para compartir con su esposa Kacy; visitar a su madre Ruby y sus hermanas Diana, Karen y Camila en Medellín; abrazar a su padre Juan Camilo, y sentarse a conversar con sus amigos de toda la vida.

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Las circunstancias de su muerte, porque su muerte llegó por cuenta de uno de esos saltos que se convirtió en el último, siguen siendo inciertas, al menos rodeadas de un halo de misticismo.

Aclaro algo: el salto base o basejump es un deporte extremo que consiste en saltar con paracaídas desde un punto fijo, generalmente desde riscos o edificios. Las personas que lo practican son muy pocas en el mundo: un grupo selecto de paracaidistas con mucha experiencia.


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Jhonny se encontraba en el proceso de probar un nuevo wingsuit para la WWL que tendría lugar en China. Tomó la decisión de posponer su participación y volver a Suiza, debido a que se encontraba inseguro del rendimiento de su traje. El viernes 3 de julio de 2015 se dirigió a Engelberg, en compañía de dos compañeros, dispuesto a saltar desde una locación desconocida. Las condiciones eran ambiguas. Cuando llegaron al punto de salida encontraron que estaba cubierto de nieve congelada: saltaron.

Scotty Bob, uno de sus más antiguos compañeros, fue la primera persona en llegar al punto de aterrizaje. Al observar que sólo uno de los paracaídas se veía a lo lejos, decidió llamar inmediatamente a la unidad de rescate. Jhonny nunca alcanzó el punto de aterrizaje. Los análisis posteriores al accidente indican que debió resbalar en el punto de salida, pues su cuerpo fue encontrado a escasos 30 metros del lugar. Los exámenes forenses indican que murió de un fuerte impacto en la cabeza que lo dejó inconsciente de manera instantánea. Muerte inmediata: nunca alcanzó a accionar su paracaídas.

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Sus palabras: "Cuando uno hace este tipo de actividades, debe hacerlas aceptando su propia mortalidad. Lo único que tengo seguro en esta vida es que me voy a morir en algún punto, yo y cualquier otra persona en el planeta. Ahora, ¿voy a dejar que esto sea un factor crucial en cómo yo vivo mi vida? En absoluto. Sería patético vivir una vida no pudiendo hacer lo que uno quiere hacer por miedo a hacerlo".


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Jhonny vivió cada momento como si fuera el último. Por eso es que estoy escribiendo sobre él. Arriesgar la vida por aquello que se ama, salir del confort de nuestra casa, escalar nevados y ser un hombre que vuela en el cielo merece reverencia. Incluso un poquito de envidia. Al final, ¿quién de nosotros puede decir que sabe volar, que lo ha hecho alguna vez?

"En ese momento, cuando abro mis alas, me conecto con el viento. Doy gracias al universo por la oportunidad de hacer lo que estoy a punto de hacer, y en ese momento simplemente salto. Y cuando el viento aumenta, y mis alas se templan, empiezo a volar", dijo alguna vez. Lauterbrunnen fue su hogar durante los días que antecedieron al acontecimiento.

Kacy viajó en compañía de Diana Flórez, hermana de Jhonathan, y Diana Cárdenas, una de sus amigas más antiguas, con el fin de revivir el lugar que fue tan especial para los dos. El jueves siguiente al accidente subieron al valle donde hubiera tenido lugar el aterrizaje e hicieron una ceremonia en la que recordaron a Jhonny entre risas y lágrimas. Tras su cremación, las cenizas fueron repartidas en tres lugares distintos: Colombia, Suiza y Estados Unidos.

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Sus compañeros de basejump esparcieron sus restos quemados al viento, junto con las de Brian Drake, su partner y mejor amigo, que habría muerto apenas dos años atrás en circunstancias similares. Jhonny fue quien llevó sus cenizas a Suiza.

Hoy me siento orgulloso de haber tenido un amigo como Jhonny, de quien recibo enseñanzas y reflexiones: vivir sin miedo, abrazar la vida haciendo de cada día una experiencia memorable, sonreír cada vez que pueda, tocar el corazón de las personas dondequiera que vaya.


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En una ocasión, cuando se encontraba entrenando para romper tres récords mundiales, nos sentamos a hablar. Un basejumper acababa de morir esa tarde.

Le pregunté qué le diría. Me contestó con serenidad solemne: "Todos los que hacemos esto, lo hacemos porque lo amamos. Amamos el sentimiento de volar, amamos estar en el aire, amamos estar en la naturaleza, amamos cada instante de nuestras vidas. Estoy seguro de que la persona que murió, murió haciendo lo que más disfrutaba. Qué mejor manera de morir, que haciendo lo que a uno le gusta".