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padres locos

Sean Combs está loco, porque es un padre loco por el Futbol Americano

El arresto de Diddy en la UCLA es único, pero probablemente no es el único que ha pensado en atacar a un entrenador de futbol americano.
Photo via Kyle Terada-USA TODAY Sports

Hasta donde yo sé, Dale Morgan Sr. nunca ha conocido a Sean "Diddy" Combs. Pero te apuesto que lo entiende, hasta cierto punto.

"Soy como la mayoría de papás que tienen hijos con talento," dice él. "Todos estamos medio locos."

Dale dijo esto en referencia a su hijo DJ, un ex running back de la Universidad del Sur de California quien alguna vez fue uno de los 100 reclutados a nivel nacional, al igual que el Campeón Juvenil Mundial de 2009 en 100 metros con vallas. Sin duda alguna, DJ Morgan es mucho mejor atleta que Justin Combs, el hijo de Diddy y el causante del arresto de su padre la semana pasada.

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Justin Combs es un defensivo ocasionalmente usado —léase: muy por debajo del nivel— de 1.73m, quien registró una tacleada en cuatro apariciones la temporada pasada. El entrenador que lo reclutó, Rick Neuheisel, ha dicho públicamente que Combs obtuvo una beca en gran parte por ser el hijo de un músico famoso.

Diddy se metió en los asuntos de su hijo después de que el subnormal de primera y entrenador de UCLA, Sal Alosi, se negara a darle el mismo trato a Justin. Con Sean Combs como testigo, Alosi corrió a Combs hijo del entrenamiento esa mañana por no esforzarse suficiente, añadiendo, según se reporta, "No me importa que tu papá esté aquí, te voy a tratar como a todos los demás."

No hay necesidad de consultar a renombrados periodistas expertos en psiquiatría para concluir que el resultado de las consecuencias va más allá de las fronteras de estar "medio loco". De hecho debes estar muy pinche loco como para agitar una pesa rusa como si fuera un martillo de guerra, especialmente cuando lo haces en la dirección de un becario asustado, y no en la dirección del entrenador quien supuestamente pisoteó el honor de Justin Combs. Pero, ¿qué ocasionó la reacción? Es una locura común entre los padres aficionados al futbol americano, y está muy enraizada en las escuelas más poderosas.

Quédate cubriendo cualquier programa de alto nivel, y estarás expuesto a infinidad de escenitas como la que se dio en UCLA. Casi puedes intuir las razones por las que estas cosas pasan: ego, testosterona y una cultura atlética, empezando por Pop Warner y culminando con la ferviente naturaleza del reclutamiento moderno de preparatoria, que no promueven el desapego de los padres.

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Así que generalmente, es beneficioso cuando los padres permanecen involucrados en las carreras atléticas de sus hijos. Pero a veces, gracias a las políticas internas y la inherente sensibilidad de carreras que podrían terminar en contratos multimillonarios, las cosas se vuelven fastidiosas. Es fácil entender por qué los papás se ponen al brinco a la más sutil injusticia en contra de sus hijos, sin importar si es real o imaginaria.

Justin Combs en un juego de estrellas de preparatoria. Foto vía Mark J. Rebilas-USA TODAY Sports

Se alocan muy seguido. Una vez un papá me acusó de sostener una conspiración en contra de su hijo porque no reporté una jugada que hizo durante la práctica. Se disculpó cuando le informé que yo estaba del otro lado del campo y no había visto nada, pero antes había añadido que no entendía por qué la gente prefería al compañero de su hijo —sin duda, la primera opción del draft cuando sea profesional— que jugaba en la misma posición.

También está el papá del esquinero suplente que juró y perjuró que su hijo era el mejor defensivo de toda la conferencia —aparte del jugador All-American que jugó para uno de los rivales de USC. Otro caso es el de una mamá que mandó mensajes por Twitter hasta el cansancio porque su hijo se había recuperado al cien de una lesión y no estaba siendo considerado para jugar, solo porque no había sido reclutado por el nuevo cuerpo técnico. Meses después, el mismo niño dijo a la prensa que no había esto totalmente recuperado hasta después de terminar la temporada.

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La madre del último jugador reclutado del equipo, quien era atléticamente limitado y considerablemente pequeño, no pudo concebir por qué su hijo no había sido escogido en las rotaciones. Conozco al menos un papá que convenció a su hijo de convertirse en profesional porque sintió que el cuerpo técnico los había insultado, toda para que al final no fuera escogido en el draft. La misma lógica ha sucedido en numerosas transferencias.

El complemento necesario es que, sin excepción, todos esos papás y mamás son extraordinariamente buenas personas. Sus hijos lo son aún más. No se trata de una matanza entre egos; es más bien un mundo en donde las habilidades de sus hijos en actividades recreativas equivalen a tener un mejor salario, una mejor educación, y, generalmente, un mayor estatus que sus compañeros con genética inferior. Esta es la definición de locura que los hace derivados de un ambiente viciado.

Desde luego, esto no los ha conducido a ningún tipo de violencia física en contra de uno de los entrenadores de sus hijos. Aunque, no es difícil imaginarlos contemplar la idea en sus cabezas. El hecho de que Diddy haya cruzado esa línea, nos hace recordar que su ego, riqueza, y reconocimiento sobrepasa al de los padres de la enemiga UCLA.

Dale Morgan aún recuerda cuando contemplaba irrumpir en la oficina del entrenador. Su hijo DJ cayó al fondo de la tabla en su segundo año, y a pesar de esforzarse, le fue dada poca seguridad de que volvería a recobrar el nivel perdido ocasionado por una lesión. Lo único que detuvo a Dale de seguir con su plan, fue su hijo quien insistió que se cuidaría él solo.

Pero los impulsos son impulsos. La línea entre Dale Morgan y Sean Combs es mucho más delgada en este caso que en cualquier otra faceta de sus vidas, porque el futbol americano, con toda su corrupción y sus incentivos fortuitos, lo hicieron así.