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Drogas

¿Problemas con el bazuco? Sembrar plantas de coca puede ser la solución

Algunos en Bogotá tienen reparos con el suministro de marihuana medicinal a los adictos a las drogas. Sin embargo, los líderes de un nuevo refugio para habitantes de calle creen tener una mejor terapia: cultivar las plantas de las que se extrae la...

Hernando Pizarro, Denis Contri y Francisco Sánchez en el Refujio Ecocultural Heriberto de la Calle.

En la calle 24A con carrera 26, en Bogotá, hay un portal coronado por una placa que reza: "Casa de Limpiabotas del Gremio Organizado de Bogotá". En su patio interno una Virgen del Carmen custodia una huerta en desarrollo de la que han comenzado a brotar lechugas, acelgas, amapola, coca y cuatro variedades distintas de cannabis. Apenas unos cuantos cogollos que, según el Estatuto Nacional de Estupefacientes, no podrían considerarse una plantación. Gracias a ese estatuto de 1986, que en buena parte está en mora de ser reformado, aquí las plantas "fiscalizadas" germinan con tan buen destino que hasta el policía en jefe del cuadrante va a dar rondas semanales para ver cómo va la huerta.

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Cuando Jorge Eliecer Gaitán era alcalde de la ciudad, la casa fue utilizada para reformar adolescentes problemáticos. Ahora se ha convertido en el Refugio Ecocultural Heriberto de la Calle, que abrió sus puertas el pasado 18 de octubre. Para los desmemoriados y preadolsecentes que no lo conocieron, Heriberto de la Calle es quizá el lustrabotas más querido por los colombianos, excepto, claro está, por aquellos que dieron la orden en 1999 de asesinar a su creador, el humorista Jaime Garzón.

Mientras que la alcaldía de Gustavo Petro sigue sin saber cómo poner en marcha un plan para suministrar transicionalmente marihuana a los habitantes de calle para que dejen el bazuco, al refugio llegan a sembrar plantas de coca y cannabis con un enfoque muy distinto: descubrir que detrás de sus bichas y sus baretos hay más que una traba o una encarramañada.

Huerta en desarrollo.

En cierta medida, el modelo propuesto en este refugio, que ha logrado financiar algunos de sus proyectos con fondos de la alcaldía local de Los Mártires, pareciera ser una alternativa al frustrado plan propuesto por el alcalde Gustavo Petro. En numerosas ocasiones, Petro ha defendido, en el marco de sus Centros de Atención Móvil a Drogodependientes (Camad), la tesis de que la marihuana puede ser suministrada a los drogodependientes, como parte de un esquema de rehabilitación. Para sustentarlo,  ha comisionado varios estudios académicos, entre ellos una encuesta publicada hace algunos meses por el Centro de Estudios y Análisis en Convicencia y Seguridad Ciudadana (Ceacsc) , según el cual un 77% de los habitantes de calle se echa un porro para cortar el delirium tremens del consumo de bazuco.

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El mismo estudio, sin embargo, advierte que en muchas ocasiones la munchies producida por la hierba solo hace que estos ciudadanos busquen otra bicha más para calmar el hambre. Literalmente, un círculo vicioso que el Refugio Ecocultural estaría intentando romper a través de una laborterapia híbrida entre lo ambiental y lo cultural.

Francisco Sánchez y Hernando Pizarro, las cabezas tras el proyecto, no creen en terapias con metadona ni otras drogas sustitutivas y prefieren abordar el problema desde la raíz, a través de un reconocimiento de las "plantas de poder" por parte de los habitantes de calle. Para eso concretaron una alianza con Coca-Nasa, el proyecto que en 1997 fundó Fabiola Piñacué y que logró ganar la batalla por el reconocimiento de la propiedad intelectual de los pueblos indígenas sobre la hoja de coca, y que además ha desarrollado una labor de redignificación de una planta que ha sido históricamente satanizada por el fenómeno del narcotráfico y la consecuente guerra contra las drogas.

"Nos hemos dado cuenta de que personas con alto grado de consumo de bazuco ni siquiera conocen la planta de coca", me cuenta Francisco Sánchez de la corporación La Gente Teve, mientras caminamos por el patio de la casa de los lustrabotas donde están construyendo la huerta. "Queremos darles herramientas al habitante de calle para el reconocimiento de las plantas, tanto las alimenticias como las de poder, para que vean los diferentes usos y mostrarles de dónde se deriva lo que se consumen".

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Eso sí, tienen claro que no son ni la Madre Teresa de Calcuta ni una fundación de hermanas de la caridad. "No venimos a rescatar a nadie del infierno, simplemente estamos brindando una oportunidad diferente a la que brindan los centros de tortura mal llamados centros de rehabilitación", me dice Francisco haciendo referencia a las denuncias de abusos que se habrían presentado en algunas fundaciones de resocialización contra usuarios problemáticos de sustancias psicoactivas.

Jornada de trabajo con los habitantes de calle en el Refugio Ecocultural Heriberto de la Calle. Fotografía cortesía de Francisco Sánchez.

Del Camad al azadón

Con cerca de 120 habitantes de calle, la corporación de Francisco ha realizado jornadas de capacitación agroambiental en la localidad de Los Mártires. En julio pasado, en conjunto con el Centro de Atención al Habitante de Calle, recolectaron los desechos orgánicos de la plaza de mercado Samper Mendoza –que de otro modo habrían ido a parar al relleno sanitario Doña Juana– y los transformaron en abono orgánico a través de un compostador. Días después, mientras Juan Manuel Santos se posesionaba por segunda vez como presidente de la República, con un grupo de habitantes del sector de la Carrilera le regalaron un pulmón verde a la ciudad al realizar una jornada de reforestación y siembra en la zona.

"Nos interesa mantenerlos ocupados y comenzar a generar transformación en ellos", me cuenta Francisco, "si la gente está ocupada, está trabajando, está desarrollando propuestas alternativas como la elaboración de productos, vamos a comenzar alejarlos un poco de las calles".

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El compostador de materia orgánica que comenzó a llenarse en julio, ahora se encuentra ubicado en una de las esquinas del patio de la casa de los lustrabotas. Mensualmente sacan de él un cuarto de tonelada de abono orgánico con el que nutren la huerta. De la siembra de plantas alimenticias esperan sacar una parte del mercado de los "habitantes de la dignidad". Y para completarlo y evitar la munchies, están implementando un programa piloto de comida orgánica con el que además promocionarán productos elaborados directamente por campesinos, y que los citadinos también podremos adquirir en el refugio sin intermediarios ni venenos.

Francisco Sánchez revisando el compostador de materia orgánica.

La siguiente gran empresa del Refugio Ecocultural Heriberto de la Calle será la elaboración de aceites, pomadas y cremas a partir de los sustratos de las cuatro especies diferentes de cannabis que se están sembrando. "Estamos cultivando poquito como muestra, la idea es comenzar a crear conciencia porque creemos que la legalización ya es un hecho", me dice Francisco.

En la elaboración de estos productos los está asesorando Denis Contri, un italiano que ha recorrido Europa investigando los diferentes usos, tratamientos y beneficios del cannabis. Denis opina que en Colombia hay mucha ignorancia sobre el tema de la marihuana medicinal, me explica que las personas que fabrican productos a base de cannabis, por lo general, ignoran la importancia de conocer el tipo de planta que se utiliza (índica, sativa, ruderalis), y las combinaciones a partir de las cuales se pueden obtener diferentes concentraciones de THC y CBD según cada tratamiento particular. "Aquí confunden la marihuana recreacional con la marihuana terapéutica y la gente que quiere comprar marihuana para uso médico le toca ir a la calle, al mercado negro y eso no le hace bien al país".

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Resina de cannabis, producto de prueba del Refugio Ecocultural Heriberto de la Calle.

Y del azadón al son

La vocación del trabajo con los habitantes de calle unió a Francisco Sánchez y a Hernando Pizarro hace más de un año. Este último lidera la corporación Arkha, a través de la cual ofrece capacitación en áreas como el ornado, el embellecimiento, la danza y la música folclórica. Los talleres son dictados por profesores formados entre las percusiones y los vientos de los Gaiteros de San Jacinto. Juntos, este par de gestores han logrado conformar y articular una red de varias organizaciones para sacar adelante el híbrido eco-cultural de Heriberto de la Calle.

La casa donada por Rojas Pinilla a los lustrabotas agremiados de Bogotá a través de la resolución 52 de 1952 cuenta con un teatro. Otro Gaitán, alcalde de Bogotá en los sesenta, ordenó por allá en 1965 dotarlo de silletería y amplificadores de sonido, y encargó al Distrito del mantenimiento y la reparación. Pero como ni las resoluciones resanan paredes ni los acuerdos se cumplen a veces, en el Refugio Ecocultural prefieren ponerle buena cara al mal tiempo y están pensando en realizar con recicladores y habitantes de calle un muro verde para darle un pulmón estético a la casa, y otros dos más en la Secretaría de Integración Social y en la de Movilidad.

Teatro de la Casa del Gremio de Lustrabotas de Bogotá.

Pero sillas y amplificadores se necesitarán, porque Hernando me cuenta que está planeando enseñarles a los habitantes de calle del sector del Bronx a construir instrumentos musicales para capacitarlos en la creación de empresas culturales. La idea: crear el Bronx Sound System conformado por habitantes de calle.

Algo positivo para una zona de la ciudad a la que ni la institucionalidad se atreve a entrar y en donde la economía ilegal es tan próspera que, según cifras del Ceacsc, genera cerca de 450 millones de pesos diarios a través de la venta de bazuco, marihuana, máquinas tragamonedas, bares y prostitución.

"Esto se va a volver una capital cultural de Bogotá y de Colombia", me dice Hernando, mientras me cuenta que están en diálogos con la alcaldía para comenzar un trabajo con 30 habitantes de calle a quienes se les dictarán en la Universidad Distrital abierta y a distancia, diplomados sobre agroecología, periodismo comunitario, danza, música y cooperativismo social.

"La idea es dignificar la vida del ciudadano habitante de calle desde el punto de vista ambiental, cultural y humano", me explica Hernando, sintetizando la esencia del Refugio Ecocultural Heriberto de la calle. "Buscamos que se sienta útil, que su tiempo de ocio no lo use en vicio, sino que ponga en práctica el conocimiento y acercamiento con el entorno y su familia".

A Julio C. lo encuentrar por Twitter como @martinsubmarine.