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Las grotescas esculturas corporales de Francesco Albano

Un rito de expiación que termina por quitar el último suspiro de vida a sus practicantes.
Captura vía Instagram.

Las esculturas del italiano Francesco Albano no pueden ser vistas con decoro ni compostura, sino que suponen de su espectador un desnudamiento de las instancias salvajes e irracionales que somete constantemente por entablar relaciones sociales. Pareciera que a ellas no les importan en lo más mínimo los problemas que pueden causar, o los que buscan catalizar al presentarse sin apologías como un grotesco ataque a la forma humana.

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Albano inició su incursión en el mundo del arte como aprendiz de su padre, Stefano Albano, hasta que cumplió los 12 años y comenzó a estudiar formalmente escultura en la Academia de Bellas Artes de la Toscana. Fue a partir de ahí, en 1996 hasta el 2000 que pulió su técnica para llegar a las grotescas esculturas que hoy en día atemorizan y fascinan a cualquiera que se atreva a pararse frente a ellas.

La forma humana pierde relevancia y toma en su lugar una expiación, tal vez una purga, de los sentimientos más profundamente encontrados en la inconsciencia de cualquier hombre. “He estado escapando de un lugar a otro buscándome a mi mismo, por algo que pudiera aliviar mis inquietudes, algo o alguien que pueda calmar mi enojo. Durante todo este tiempo, mi arte ha logrado manejar todos estos problemas personales. Para mí, hacer esculturas, es un proceso de purga emocional. Es casi como un ritual religioso o pagano”, escribió el artista.

Haciendo alusión a los estados psicológicos y emocionales que terminan por alterar por completo las funciones anatómicas del cuerpo, las obras de Albano se pueden degustar como un homenaje y, al mismo tiempo, un regaño por su fragilidad inherente. Una visión que acepta al cuerpo y lo desprecia por ser nuestro único móvil para descubrir el mundo.

Si quieres ver más obras de Francesco Albano, haz click aquí.

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