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Ni rey, ni gitano, ni gracia: así es lo nuevo de Bajo Ulloa

Vamos a ver la esperada "Rey Gitano", y salimos igual que entramos. No es una segunda parte de "Airbag", ni de lejos.

Se salva Tony Lomba. Es así. El crooner gallego irrumpe, con sus tirantes, y el yugo y las flechas, en el último tercio del film para realizar una performance/versión de su mítico "España, España" en un autobús repleto de nacionalistas, antisistema y soviets de los barrios. En definitiva, la gente a los que él llama "malditos rojos de mierda" en su tema-himno-arenga. Es la secuencia más divertida de una película que se supone es una comedia, que dispara contra la moral establecida y pone a escurrir instituciones, políticos y banqueros. Una comedia anarquista, pero solo a priori, y, bueno, sí, porque sale Albert Plá. Que es lo otro que se salva de la película.

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Rey Gitano se vendió como una vuelta al espíritu de Airbag, la película con la que su director, Juanma Bajo Ulloa, reventó las taquillas y también con la que pareció decirle un "hasta luego" al cine. Las similitudes entre las dos películas son pocas: es una road-movie, repite parte del casting (Elejalde y Manquiña, al frente), es una sucesión de gags… ¿Y? Y nada más. Porque donde había ironía, mala leche (hostia) en la original, aquí hay un sentido del humor con frases como "no pedir peras al horno". Airbag era un certero retrato de la época de la burbuja inmobiliaria, donde no quedaba nadie a salvo de la envenenada cámara de por entonces un salvaje director vitoriano. Aquí se pretende pasar por el espejo del esperpento la segunda década del siglo XXI pero la imagen sale muy borrosa.

Juanma Bajo Ulloa ha seguido por el lado salvaje del cine durante estos años, ahí está Frágil, como ejemplo. Pero cada vez se ha ido distanciando más de este mundo. Los productores debieron de dejar de confiar en él. ¿Quizá por su fama de complicado? El caso es que para su vuelta ha decidido pisar los terrenos que le llevaron a disfrutar del éxito. Pero esta vez sin mucha suerte y menos gracia.

En vez de los tres amigos de Airbag, aquí encontramos a dos detectives privados (un facha y un rojo) y a un gitano empeñado en demostrar que es el hijo bastardo del Rey Juan Carlos. La cosa empieza como un chiste, pero un chiste de esos de van "un español, un alemán y un inglés". Y, efectivamente, sigue la misma fórmula de esos populares chascarrillos con bromas sobre la corona, los políticos, la España que se rompe en pedazos por los nacionalistas y algún momento escatológico que recuerda a los Farrelly menos inspirados. Pero es que son eso, solo bromas. No llegan a la altura del gag, que es el mínimo exigible que se le exige a una comedia que se supone, además, alocada, cafre e irreverente. Un quiero y no puedo. Bajo Ulloa no gana la partida ni por acumulación, que es otra técnica para conseguir despertar la carcajada.

Algo similar sucede con el reparto, con fieles a su director como Manquiña o Elejalde (presente en todas sus películas), Rosa María Sardá o Albert Plá, que como apuntábamos demuestra ser mucho mejor actor cuando aparece caracterizado y baja el tono de sus histrionismo hasta que éste desaparece. Aquí hace de pajero con tendencias pedófilas y lo borda.

Al final, cuando uno acaba de ver Rey Gitano, tiene la sensación de que acaba de leer un cómic de Ibáñez, de esos en los que mete a Bárcenas como un secundario, y los dos detectives protagonistas son un remedo de Mortadelo y Filemón, con algunos guiños más que evidentes. Pero, obviamente, sin el delirio visual que el autor imprime a sus viñetas. Y en otros momentos parece que se acerca al cartoon por la vía de Robert Rodríguez (ojo a la BSO) pero sin esa pasión cinéfila que suelta el mexicano en cada una de sus películas.

¿Qué ha pasado con este director? Porque si algo tenía era una mirada propia, un estilo reconocible (tanto en la comedia como en el drama) y aquí parece que se ha dedicado a encadenar planos uno tras otro, sin tener en cuenta el precedente. No nos resistimos, y reclamamos que vuelva ya el Juanma Bajo Ulloa de Alas de mariposa y La madre muerta, dos obras maestras y no solo de nuestro cine, incluso al gamberro iconoclasta de Airbag. Aquél que lo tenga secuestrado, desde aquí un mensaje: estamos dispuestos a pagar el rescate que haga falta.