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especial moda 2013

Reseñas libros Abril

Libros de Daniel Clowes, Francisco Serrano y Accidents Polipoètics.

VAN A POR NOSOTROS

Accidents Polipoètics

Arrebato Libros

   Asistí por primera vez a un recital de Accidents Polipoètics en 1995, por coyunturas y cargado de los prejuicios que todo lo que se hace llamar poesía lleva consigo, acentuados, en esa ocasión, por los que trae la idea contenida en la palabra “recital”. Error. La poesía, al fin y al cabo, no acepta términos medios, le es imposible, o es poesía o no es, y lo de estos muchachos resultó serlo. Xavier Theros y Rafael Metlikovez salieron a escena manejando un mínimo de elementos y un montante de humor bien curado, a salvo de complejos nacionales, grueso en los textos y finísimo en los subtextos, elaborados, inspirados e iluminadores. Aquello se llamaba polipoesía y tenía que ver con Brossa, con la cuarta dimensión. Me ganaron para siempre. Ahora, veinte años después de su puesta de largo, este par de autónomos que siempre ha negado el fasto literario, la pompa del rapsoda y la oferta televisiva, recoge en Van a por nosotros todas las piezas representadas en su impecable trayectoria por escenarios naturales. Es cierto que la poesía escénica no está pensada para leerse, que en papel las composiciones se convierten en “mariposas clavadas con alfileres”, pero basta un clic en nuestro ejercicio lector, una proyección mental, para abordar estos poemas pensados para funcionar a pedales y que, definitivamente, se sostienen por sí mismos sin necesidad de porrón, tricornio ni atril.

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   Lo malo de las palabras es que se ponen perdidas de letras, decían Accidents, pero en la literatura barata la cosa va de otro modo. La literatura de evasión declina ambiciones artísticas en favor de complacer a un lector de poca exigencia estética pero voraz de lo fantasioso y conforme en el lugar común. Un tío que puede estar entre lo calmo y lo temperamental, pero que tiene las apetencias muy claras. La literatura de evasión busca lo que busca toda literatura pero por la calle de en medio, sin ambages, reventando metáforas, rendida a la sentencia, al giro, a la furia y a la exuberancia elemental. Así fue hace un tiempo, al menos, cuando tenía un lugar en los quioscos cuando los quioscos se escribían con K de kamikaze, de kermés, de kitsch o de krausismo. Memento Mori nace ahora como una colección de novelitas menudas que aboga por recuperar aquella tradición, y aunque el gesto es nostálgico y por tanto apócrifo, el producto logra emular aquella estética propia que la literatura de a kilo logró fundar negando, precisamente, toda intención estética.

RUBÉN LARDÍN

PERROS DEL DESIERTO

Francisco Serrano

Alegoría

   Perros del desierto es un western postapocalíptico que se origina en los tópicos, en la idea de ser norteamericano que tuvieron todos los niños españoles y en la vuelta al juego sabido. Lo que aquí se cuenta se ha contado mil veces pero de eso se trata, de apelar a las pulsiones más alerta del lector, en pos no tanto de una sublimación como de un entretener de puta madre. A Francisco Serrano le puede la letra, y más que a nuestros bolsilibros se remonta en pulcritud a parte del pulp anglosajón de principios del siglo pasado, de lenguaje menos trapisóndico, pero la jugada no la yerra. Perros del desierto, que puede leerse como la novelización de una película perdida de Alex Cox, es el relato del sargento Raimundo de la Oficina de Seguridad Colonial en recorrido por un desierto galáctico lleno de amenazas, mecido por una prosa utilitaria y melancólica, sometido a una puntuación drástica, diáfano en las acciones y muy bien equipado para la satisfacción y el disfrute. Ya sólo nos faltan los kioscos.

RUBÉN LARDÍN

   Literatura de evasión de primer nivel son y han sido siempre los tebeos de superhéroes, que dieron su mejor material en ficciones de hace ya décadas para derivar, hoy, en productos demasiado explotativos, de índole posmo (chúpate esa) y vencidos por la fatuidad de unas mitologías algo fatigadas. El subgénero no vive lo que se dice una edad de oro, pero El rayo mortal, que llega al castellano con diez años de retraso aunque manteniendo el tipo, vuelve a certificar que si la voz es audaz, temario y enfoque son lo de menos. También es cierto que, antes que uno de superhéroes, es un tebeo de Daniel Clowes. Pese al tono siempre afligido y existencialista que sus imitadores nos han hecho cansino, el sabor original de Clowes, profunda y tristemente americano, sigue asistiendo sus poderosas historias y las sobrepone a las tendencias. El rayo mortal, donde un chaval descubre que tiene poderes impulsados por la nicotina, es un libro fragmentario que contiene todas las obsesiones de su autor empezando por la primera: que el ser humano no va a librarse nunca de sí mismo. Para Clowes, nada es lo mismo que el nihilismo, y ese axioma se va desgranando en un tebeo hipnótico y de cierta complejidad que nos dejará temblando en su oferta de matices. El rayo mortal habla de –y desde- el núcleo de la vida, que es ese tránsito de la adolescencia a la adultez requerida, algo así como un viaje desde el infierno hormonado de la nada hacia los hielos de la mediocridad. El horror sigiloso de ser. Daniel Clowes lo vuelve a clavar.

RUBÉN LARDÍN