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Lo que debes saber de la nueva película de 'Mortal Kombat'

Sin duda es una de las películas más violentas que he visto en los últimos años pero, ¿vale la pena?
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Mortal Kombat es una franquicia conocida por su violencia gráfica. Desde el pánico desatado en el Congreso durante los 90 hasta videos en YouTube con los mejores Fatalities, el legado cultural de Mortal Kombat es que son videojuegos que van más allá de las experiencias humanas cotidianas. No son juegos familiares, son para "jugadores maduros", por eso no es sorprendente que la película, que se estrenó hace unas semanas, fuera promocionada con un red band trailer en el que podemos ver al predilecto Sub-Zero congelando la sangre de Scorpion en el aire y luego enterrándole profundamente la daga de hielo a su enemigo.

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Mortal Kombat es una de las películas más violentas que he visto en los últimos años. Hay una escena perturbadora y sumamente gráfica en la que cortan a alguien por la mitad con un sombrero afilado que gira, y salen ráfagas de sangre y víceras volando por todas partes. Es clasificación Hard R, y en cuanto a los efectos digitales y los torneos de combate, la película de 1995 se queda muy atrás.

Si fuera solo una película sobre peleas y violencia, no habría nada nuevo que ver aquí. Pero lo que me sorprendió de Mortal Kombat es cómo se inclina hacia las cosas de las que no se habla tanto cuando surge el tema de esta franquicia: su trama. Me imagino que mucha gente ha quedado decepcionada o intrigada porque la película no se adhiere a la promesa de siempre: un torneo donde se lucha a muerte. Sin embargo, lo interesante de los últimos juegos es que sus modos historia tienen que ver tanto con el arco de los personajes como con los combates.

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Esta trama de casi 30 años es una combinación de reinos paralelos que compiten por el poder, viajes en el tiempo, dioses buenos y malos y clanes rivales de guerreros de artes marciales. La franquicia de videojuegos se ha vuelto tan grande y pesada que ha abandonado por completo el concepto de ser un simple "torneo" Mortal Kombat, convirtiéndose en una gran y divertida historia que atraviesa a un enorme elenco de personajes con sus propias luchas en un puñado de dimensiones paralelas.

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Por ejemplo, hablemos de Raiden. Mortal Kombat 11 es una historia sobre el tiempo y los efectos de los conflictos que deforman la realidad entre los dioses y héroes que han tipificado la serie. Aparece un poderoso personaje llamado Kronica, la guardiana del tiempo, quien empieza a ocasionar varias anomalías temporales para llevar a cabo un plan malvado que restablecerá por completo la línea de tiempo del juego en una Nueva Era que está completamente equilibrada entre el bien y el mal, haciendo cortocircuito con toda la mierda extraña que el dios del trueno, Raiden, ha realizado en los últimos juegos para evitar que la Tierra sea invadida por otras dimensiones. Parte de su estrategia para socavar a Raiden es traer a una serie de aliados del pasado para que le sirvan, algunos de los cuales están convencidos de que tendrán un lugar mejor en el mundo después de la Nueva Era.

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Uno de estos personajes es Liu Kang, quizás el personaje más famoso de los juegos de Mortal Kombat además de Scorpion y Sub-Zero. Cuando llega Mortal Kombat 11, Liu Kang no es más que un retornado que sirve a un dios maligno, ya que el mismo Raiden lo asesinó dos juegos antes. La pseudo-resurrección de Liu Kang le brinda a Raiden la oportunidad de corregir sus errores del pasado ​​al matar a su amigo, pero también le permite darse cuenta de que la línea de tiempo de su mundo se ha reiniciado quizás decenas o cientos de veces, enfrentando a estos personajes en combate una y otra vez por la eternidad.

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Cuando Raiden ve a través de estas líneas de tiempo y evita cometer el mismo error, es una escena conmovedora. Todo es melodrama, por supuesto, pero justo eso hace que todas las emociones se intensifiquen y haya repercusiones más épicas. En la gran escala de la eternidad, vemos a un personaje alejarse de un camino maldito, evitando matar a su amigo y siendo protegido una vez más.

Este tipo de seriedad es lo que se traslada a la película de Mortal Kombat. Es una película sincera. Nos presenta personajes tontos que viven en un mundo que apenas tiene sentido de un momento a otro. La gente aparece de la nada para decirle al protagonista Cole que necesita descubrir su poder interno (o su “arcana”) junto a un mercenario/asesino que se la pasa haciéndose el gracioso y una comandante de las Fuerzas Especiales que vive en un cementerio de barcos en Gary, Indiana. Cole es entrenado por un tipo que tiene como superpoder lanzar un sombrero, el dios del trueno lo desprecia y un hechicero del Mundo Exterior amenaza con destuir todo en anticipación a un torneo de dimensiones paralelas que no tiene lugar en esta película.

Desde el lanzamiento de la película, he visto que mencionan específicamente estas cosas en redes sociales como razones por las que Mortal Kombat es terrible; justamente por eso creo que es una película interesante. El equipo creativo logró replicar perfectamente la vorágine de nombres propios y disparates que giran en torno a estos juegos, y como en los juegos, tratan todo como si fuera increíblemente importante y serio. La película ofrece emociones reales que, francamente, le vendrían bien a algunas de nuestras grandes franquicias fantásticas y de ciencia ficción.

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Lo que surge de eso es una trama entrañable, aunque melodramática, sobre un antiguo campeón de MMA que descubre que es un guerrero especial cuyo superpoder es ser capaz de resistir las patadas en el culo de criaturas extraterrestres. Cada momento, incluso las referencias más directas al juego (como una escena de barrido de piernas), es tratado como algo sumamente serio y real. Sí, Kano tiene un láser que sale disparado de su ojo y es igual de normal que desayunar. Estamos en un mundo de fantasía, son gajes del oficio.

Todo este asunto de tomar en serio lo evidentemente ridículo la posiciona en el primer lugar de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos, y ese tono es de las mejores cosas que la película toma prestada de la adaptación de 1995 de Paul W.S. Anderson.

Anderson podría ser el rey de las adaptaciones cinematográficas de videojuegos, sobre todo con sus películas de Resident Evil, porque las toma en serio como género, y siempre ha entendido que la ficción de videojuegos es un terreno fértil desde el cual una película puede crecer. Al igual que el trabajo de Anderson, Mortal Kombat no intenta imitar torpemente la forma del videojuego de una manera que esté condenada al fracaso. Al contrario, toma lo necesario e ignora el resto; lo necesario siendo la violencia y un enfoque cinematográfico que ama esa violencia. Pero también le da la misma seriedad tanto a los guerreros marciales que han dominado el fuego como a la operación mecánica de un arma. Ambas cosas son igualmente reales.

Tan es así que cuando un hechicero malvado le succiona el alma a Kung Lao, realmente lo sentí. Y la escena en la que Liu Kang es teletransportado trágicamente en el último instante (lo que significa que ni siquiera pudo pelear para vengar a su pariente y amigo caído) me dejó perplejo. Incluso para mí tiene sentido que la batalla entre Scorpion y Sub-Zero ocurra dentro del mismo ring de MMA con el que comenzó la historia de Cole, mezclando todo de una manera tonta pero extrañamente apropiada.

Las emociones que la película me pide que entregue cuando se revela que Cole es el descendiente de Scorpion, o cuando su familia lo ve matar a una criatura de cuatro brazos, son inevitables. Y cuando Liu Kang invoca a un dragón en llamas como su última venganza por la muerte de Kung Lao, me sentí feliz por él. Espero que este sea solo el principio de un largo viaje de secuelas por delante.