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Música

G.O.R.D.I. o el flow de las palabras

Por muchos años, Valeria Jara fue mejor conocida como la corista, tecladista y novia de Gepe. Sin embargo, ahora debuta con su proyecto solista. Otro argumento a favor de Chile como vanguardia del pop alterlatino.

Por muchos años, Valeria Jara fue mejor conocida como la corista, tecladista y novia de Gepe. Sin embargo, después de mucho tiempo de hacer música para sí misma, ahora Jara debuta con su primer sencillo como G.O.R.D.I., su proyecto solista, con la canción "Más que amigos". Aprovechamos para charlar con Valeria sobre la gordofobia, la experiencia de haber acompañado a Gepe durante sus años de internacionalización, y sobre eso de ser cantante de pop y al mismo tiempo mamá.

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VICE: ¡Hola Valeria! ¿Qué significa "G.O.R.D.I."?
Valeria Jara: Es un apelativo de cariño en gran parte de Latinoamérica y bueno, me gustan las personas gorditas. Me aburre esto de que las personas tengan que ser flacas para ser hermosas o exitosas, el rollo de la anorexia. Me carga la gordofobia que veo a mi alrededor. Ese nombre apareció porque tenía que ponerme un nombre para mi banda, para mi proyecto musical, entonces habían varias opciones. En esa época tenía un PC Windows con un antivirus que era súper pesado y todo el tiempo me decía: "¿Quiere eliminar el código malicioso?". Entonces "Código Malicioso" también era una opción de nombre, jajaja. En general, los proyectos en los que trabajo caen en el humor. Como que la vida sin humor no tiene sentido. Alguna vez un seguidor me escribió y me dijo que le encantaba el nombre, que le daba demasiada ternura y simpatía, porque él y su pareja se decían gordi entre ellos. Además, pienso que la vida es suficientemente ridícula y trágica como para no ser cómica. Es mucho mejor que caer en el humor que en el nihilismo, ¿cachai?

Pero, ¿cómo trasladas eso a tus canciones?
No sé si mis canciones son tan cómicas, pero sí tienen lugares de absurdo y de desencuentro, que no se entienden. No sé si son de tragedia, pero por ejemplo, el disco que estoy trabajando toca temáticas como la guerra, el amor —el tonto amor siempre aparece en todo— y ahí nunca están exentos los conflictos. En el fondo, el conflicto es el motor, es un motor de creación; de vivencia, sobrevivencia y creación. Los obstáculos, las cosas que te pasan, las que no te pasan y las que quieres que te pasen. Otros motores son los amigos, los animales, la calle, el mundo en el que habito.

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Estudiaste literatura. ¿Cuánto influyen las palabras en tu creación musical?
Montones. Me encantan las palabras. Me encanta el mundo de la palabra. La poesía y las canciones vienen de una misma rama: los cantares. Los cantos, los carmenes, las fórmulas de encantamiento, eso dicen que son las canciones. Entonces leer y seleccionar las palabras o tener ciertas palabras preferidas sobre otras, es como un hobby. A veces discrimino a las personas por las palabras que usan o dejan de usar… bueno, no sé si discriminar es la palabra, pero sí pongo un ojo ahí, una atención. Las palabras influyen, son protagonistas junto con la melodía y la música. A veces no me interesa que todo tenga un sentido tan explícito; por ejemplo, cuando niña me encantaba Marilyn Manson. En esa época en que a todos les daba miedo, cuando recién salió "The Beautiful People", era un ícono que no había que seguir porque era muy raro. Yo igual intentaba seguirlo: me teñía el pelo negro, negro azulado. Entonces leí una entrevista que le hicieron sobre la interpretación de su obra y decía: "Esto es lo que yo hago. Y no voy a decir lo que esto significa porque no tiene sentido. Esto es mi obra y lo que ustedes van a interpretar de ella va a ser la obra también". Eso es lo interesante de hacer una obra.

Por lo general, el proceso de construcción musical es la melodía primero, siempre la melodía vocal, y luego aparece un flow que siempre es rítmico, que siempre está y es con las palabras. Si hay palabras que quiero usar y que no calzan las tengo que ir adaptando una con otra, para que puedan vivir juntas, para que puedan ser parte de una canción. Alguna vez pensé en La Tierra Baldía de T.S Eliot, un libro que está construido con puras citas, que roba, toma prestado, incorpora o atrae a su obra universos de muchos autores, onda clásicos, como la Biblia. En algún momento pensé que las canciones podían hacer eso con las canciones, que uno podía citar el universo musical de otro porque —en el fondo— ya está todo escrito, y uno, más o menos, puede ir reinventando y haciendo mezclas, combinaciones, nuevos colores. A veces atraigo letras de un reggaetón a una canción mía o mensajes que simplemente aparecen.

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¿Tus estudios formales han determinado tu propuesta musical?
Sí, siempre he estado estudiando artes escénicas y piano, desde niña. Cuando terminé el colegio estudié un año de canto en la escuela Pro Jazz y seguí estudiando teatro, trapecio, danza. Después fui a estudiar teatro a La Mancha, una escuela de teatro físico, que tiene mucho que ver con movimiento y la corporalidad… y después entré a literatura en la Universidad de Chile. Pero yo me crucé con Daniel [Riveros, Gepe] en el último año de universidad y me invitó a tocar con él. Yo nunca había tocado piano para nadie y, si bien tenía la experiencia escénica con el teatro y con la actuación, no la tenía con el piano. Me costó harto decirle que sí, y cuando lo hice empecé a aprender algo nuevo que era tocar y hacer una transmisión real en vivo y en directo. Aparte, me encanta la música, soy melómana.

Independiente de que Daniel haya sido tu pareja, ¿cómo defines tu relación musical con él?
Yo la definiría como una relación de mucho aprendizaje. Aprendí a soltarme, tocar en público y disfrutarlo. De ahí empecé a cantar de a poquito y me gustó. Descubrí que ese mundo me gustaba un montón, que tenía una presencia escénica y que mis conocimientos musicales los podía mostrar al mundo y que no pasaba nada. En ese sentido, caí en la música por casualidad, o quizá era mi destino, who knows. Tuve un entrenamiento muy fuerte: fueron cuatro años de tocar, tocar y tocar. Y viajar, ir de gira. Una vez fuimos a China y tuvimos un concierto en una exposición mundial, representando a Chile; había que tocar dos veces al día, todos los días. Era súper potente: bajarse del avión luego de 24 horas de vuelo, ducharse e ir a tocar frente a un publico asiático, desconocido completamente. Dos veces al día, no una.

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Y, considerando que tu carrera musical se inicia con la carrera de él, ¿cuánto crees que te va a costar distanciarte de su carrera?
No sé, ni me interesa. No tengo el foco puesto ahí. En algún momento me dieron ganas de empezar a hacer mis propias canciones… porque tocaba las canciones de él, todo el tiempo; y era bacano, en un momento lo comencé a disfrutar mucho. Pero en un momento me dieron ganas de cantar mis propias canciones e hice mi proyecto —después de estabilizar un poco mi vida familiar y personal. No me incomoda que me asocien con él, lo encentro súper natural, pero insisto en que ese no es mi foco. Mi foco es más bien el poder de la música, ¿cachai'? La música es algo que puede unir, transportar, imantar, magnetizar. Es un poder muy fuerte, sino imagínate al Flautista de Hamelin, ¿cómo se hubiera llevado a todos esos ratones si no fuera con el poder de la música? Jajaja. Es como los festivales que atraen a mucha gente… la gente va porque cree en la música, vive la música, vive en la música. La música los puede acompañar, los puede transportar y llevar a lugares malos… y a lugares buenos. Ese es un poder físico que va directo, te atraviesa, entra a tu cuerpo y te provoca cosas físicamente. Te sube, te baja, te lleva al pasado, a otras generaciones, a escenas que viviste antes, cuando estabas con otras personas, o a lugares donde quieres llegar o donde quieres estar.

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¿Cómo se conjuga el ser mamá y ser cantante de pop?
Mira, soy igual que todas las mujeres del país —y del mundo— que toman la decisión de tener un hijo; sí, hacemos el doble de trabajo al ser madres y profesionales, dentro y fuera de la casa. Por motivos políticos incorrectos, aún existen cosas como sueldos diferentes para hombres y mujeres que hacen el mismo trabajo. Además no siempre se recibe el apoyo necesario. No te pagan por ser madre y es un trabajo sin vacaciones, pero es demasiado bello, tiene recompensas traducidas en altas dosis de amor y luz.

A mi hija le encanta la música; ha crecido escuchando música desde que estaba en mi barriga. Compartimos algunos gustos. Por ejemplo, el año pasado me mostró de Katy Perry el video de "Dark Horse". Lo que más me gusta es cuando guardo cables en la mochila porque voy a ensayar, y Amalia se va la casa de su amiguita, y entonces me dice "¿Mamá, tú hoy día vas a ir a tocar?" con una cara de entusiasmo increíble. Me encanta que a ella le guste. Ella sabe que soy cantante.

Me encantan mis amigos que hacen música, por ejemplo, 31 Minutos. Con Amalia los vamos a ver cada vez que tocan, porque toca Pedro Piedra y Jani Dueñas. O gente que está ahí haciendo productos para niños, como Álvaro Díaz que es papá y dejó en algún momento el humor que hacía en Plan Z y todas esas cosas, traspasándolo a formato infantil; me imagino que para hacerlo compatible con su vida. A mí tampoco me extrañaría si terminara haciendo música infantil o medio adolescente porque, a esta altura, soy prácticamente un monito animado.

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¿Qué tal viene el primer disco de Gordi?
Muy nuevo. Yo diría que un poco ecléctico y aunando varios de los géneros que me gustan y que disfruto actualmente. La voz es siempre el hilo conductor, la guía. Hay mucho trabajo vocal, mucha armonía, muchas voces. Es como que escuché harto gospel en algún momento y me movió harto. Juego con varios géneros como el hip hop, el reggaetón o la balada romántica, pero siempre en un formato de canción pop. El disco tiene un nombre tentativo pero no uno definitivo, y espero tenerlo en el segundo semestre. Lo estoy trabajando con Lego Moustache de Astro, que es músico y multi-instrumentista; Erasmo Parra, que es un chico que viene de una familia musical tradicional chilena, que ha trabajado con no sé… Anita Tijoux, Santigold, cosas así. Y creo que voy a tener una colaboración con el Tololo Ugarte, que es pianista, y probablemente voy a invitar a más gente a cantar.

¿Cómo nace la canción "Más que amigos"?
En un invierno que nos juntamos a ensayar con Diego Adrián, de Adrianigual, porque comencé este proyecto con él. En el primer ensayo ya trazamos las líneas para esta canción, y después se fue puliendo hasta que la hice todo de nuevo. Tiene que ver con la amistad, la calle…es como cuando los perros andan juntos, en pandilla, y se juntan a ladrar en la esquina, entonces llega otro perro y también se pone a ladrar. Nadie se mete con esos perros porque se hacen respetar. Están juntos, están afuera, en la calle. Entre ellos se protegen y se defienden. Pero también tiene que ver con el tema de cuando los amigos se vuelven enemigos. Con ese límite que está entre la amistad y la pesadilla, cuando las relaciones humanas se enredan un poco más de la cuenta.

¿Qué significa para ti ser "más que amigos"?
Entablar relaciones profundas que no se encasillan en si yo soy tu pareja o tu novio, tu amigo, tu amigo con derechos, tu conocido, tu desconocido o la persona que quiero conocer. Creo que tiene que ver con tener relaciones más allá de todas esas categorías, con explorar más las relaciones humanas.

Y, ¿cómo llevaste esos conceptos a la idea del videoclip?
Ah, fueron unas visiones que me llegaron de personas que quería que estuvieran en el video. Por ejemplo, yo siempre quise que hubieran unos gorditos en el video, ¿cachai'? Que esa fuera mi pandilla, mi crew. Porque me siento cómoda con esas anatomías. Yo creo que tengo un corazón gordo y un cuerpo flaco, jajaja. Pero por ejemplo, al principio la protagonista era una gordita… y después por razones de protocolo yo tenía que estar de protagonista en el video. Lo grabé en un lugar muy importante para mí durante el 2014, que fue MilM2. Un lugar donde trabajé activamente: construimos una radio. Inventé mi programa de radio (Amor de Regreso a Casa), pasaban muchas cosas y poca plata, pero era muy interesante. Ese lugar tenía una fecha de inicio y una fecha de fin; como yo sabía que lo iban a demoler, quise grabar mi video ahí, para tener un registro físico e histórico de un lugar que como muchos otros desaparecen. Lo rodé con Roberto Doveris y Francesc Morales, que son directores muy talentosos. Y con amigos poh', con amigos y más que amigos: Sebastián Aguilar me ayudó con el vestuario; actúa Horacio Pérez; el estilismo lo hizo un amigo muy querido que falleció este año —a quién le dedico el video— Giovandy; él fabricó una peluca que yo le pedí para hacer una cita a Madonna en "Vogue".

Le escribiste una carta a Jorge González (de Los Prisioneros) en un medio de comunicación…
Más bien publiqué una canción que había enchulado, no sé si para él, para mí o para el mundo. Hubo una época en que manteníamos correspondencia, hablábamos harto y nos mostrábamos música. Yo me enamoré de esa canción y le grabé más voces. Este año él tuvo un accidente cerebral y a mí me afectó profundamente, porque fue muy cercano a la fecha de fallecimiento de mi amigo Giovandy. Estaba viviendo esas situaciones en que uno se acerca a la muerte y ve la vida, y pasan cosas. Entonces le escribí esa carta porque quise mandarle un mensaje en forma de canción, me pareció coherente. No sé si lo habrá escuchado, me imagino que sí. Ojalá se recupere pronto.

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