Matt Grubb es un artista de San Francisco, reside en Brooklyn y está graduando en Bellas Artes por Yale. Gran parte de su trabajo se centra en lo conceptual ⎯construcciones, recreaciones o manipulaciones⎯, aunque para este número ha querido mostrar una serie de autorretratos que hizo entre 2017 y 2018. Lo que empezó como una extensión de su afición al maquillaje con el tiempo ha ido distanciándose de las ideas tradicionales del glamur o la belleza de la estética drag para centrarse en el aspecto de la transformación en el sentido más amplio de la palabra. Cada imagen suele arrancar con un concepto vago, como el uso de una Nintendo o una máscara traslúcida, y supone entre tres y seis horas de trabajo. Grubb nos explicó que procura evitar cualquier elemento que pudiera considerarse específico de un género. Las imágenes, en sus propias palabras, “están a medio camino entre la confianza irreal y la autodestrucción absoluta; entre el tenue brillo de la entrevista de Keeping Up With the Kardashians y la inclemente y cruda luz de un fluorescente del metro. Dicho de otro modo, se encuentran al filo de la fantasía y la realidad que transitan la mayoría de las personas queer para poder sentirse a gusto con sus cuerpos. Si aquel día estaba guapo, ¿cómo podría potenciar aun más esa belleza? Y si estaba feo, veamos hasta dónde puede llegar esa fealdad”.
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Este artículo aparece originalmente en VICE US.