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Música

Norteños Light y su odisea para formar una banda

Los Norteños Light acaban de filmar un mini documental, sacaron su primer sencillo "Wuapo" y no tardan de aventarnos una bomba de sonido con el próximo lanzamiento de su disco.

Todas las fotos son de Marc Samsó

La música de Norteños Light nació entre sonideros, primeras comuniones con rancheras a todo volumen, parrandas con muchas chelas y obras negras en donde la materia prima es el cemento. Leo, Jacobo, Adrián y Marco viven en Santa Cruz Tepexpan, un pueblo cerca de Toluca en el que crecieron y se desenvolvieron en la profesión familiar: la construcción. Pero además de abarrarse las manos con mezcla durante una jornada de más de ocho horas, también incluyeron en su rutina diaria la creación música.

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Leo (guitarrista de la banda) cuenta que su padre (quien también es papá de Adrián y Jacobo) desde joven tuvo el sueño de formar una banda. Y ahora, gracias a los instrumentos que compró en aquellos tiempos pero que nunca supo bien cómo utilizar, nacieron Norteños. Fue una guitarra, una batería y un amplificador de bulbos abandonados los que le dieron el arranque a este proyecto lleno de sabrosura norteña. Después de cuatro años de "picar piedra" en diferentes disqueras, los Norteños Light están a punto de sacar su primer material de larga duración. La oportunidad se les presentó con Sony, quienes después de ver el el repertorio de 300 canciones que la banda tenía guardadas, les dieron un espacio en el estudio.

El resultado, luego de estar alrededor de 13 horas de corrido en el estudio, fue un disco homónimo de diez canciones en donde se incluye una gama de sonidos totalmente opuestos que puestos en conjunto suenan mucho mejor de lo que imaginas. Además de eso, la banda estará presentándose en el Vive Latino de ester año— festival al que nunca han ido en su vida— y abajo estrenan en exclusiva con nosotros un documental que cuenta la historia de un grupo de albañiles con una pasión inmedible por la música que ha logrado firmar con una de las disqueras con más renombre y, muy seguramente, no tarda en convertirse en el grupo obligado en los buenos relajos de la escena musical.

Tuve la oportunidad de reunirme con ellos para platicar sobre esos mensajes románticos de Facebook que luego se convirtieron en tracks, el estudio que construyeron por su cuenta para ensayar y su primera tocada, y en el proceso me transmitieron una vibra altamente positiva. Es como si a su alrededor nada fuera complicado. La forma en la que platican sobre sus inicios, su profesión y los problemas que se les han presentado en el camino es tan ligera, que incluso parece fácil crear una banda. Algo que, si analizamos en su historia y de las demás bandas en la industria, no es para nada cierto. Aún así, después de platicar con ellos más de una hora, me atrevo a decir que el sello de su banda tiene sus bases en eso: hacer que cosas bastante complicadas y con estructuras enrredadas, suenen lo suficientemente livianas y sencillas como para ponerte a bailar.

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NOISEY: ¿De dónde surgió su afición por la música?
Leo: Es una cosa generacional. Mi papá, junto con el papá de Adrián (que son hermanos) y otros tíos querían formar una banda. De eso ya tiene como 30/ 35 años. Nosotros somos de Santa Cruz Tepexpan y en esa época el pueblo quedaba bien lejos. No había vías tan rápidas ni tanta civilización allá. Se les complicaba viajar a la ciudad para tocar. Aún así fueron al centro, contrataron un flete y formaron el grupo. El problema es que destaparon los instrumentos y pues no tenían idea de qué hacer con ellos. No sabían tocar.

¿Qué compraron?
Jacobo: Una batería azul como la de Rigo Tovar, un amplificador de bulbos y una guitarra eléctrica.

Leo: Yo me acuerdo que, cuando mis hermanos todavía no habían nacido, yo me quedaba en la casa con mi mamá y, como mi papá estaba fuera toda la semana por su trabajo, la guitarra se quedaba colgada en uno de los muros. Eso a mí me daba mucha tentación, siempre me llamó la atención. Y sí la agarraba [ríe] pero volvía a dejarla tal y como estaba para que no se diera cuenta mi papá.

Adrián: También escuchábamos mucha música en casa de Marco, mi tío ponía muchos discos de vinil. Todos los fines de semana había música sonando todo el tiempo. En su mayoría eran cosas gruperas. Pero también tenía un vecino al que le gustaba mucho el rock y él también nos enseñó muchas cosas de música.

Comentan que sus padres no tenían idea de cómo hacer funcionar los instrumentos, ¿a ustedes quién los enseñó a tocar?
Leo: Yo me acuerdo que tomé la guitarra y un libro de partituras y ya, empecé a darle. No conocía mucho sobre música pero fue saliendo. Además de eso, nuestro trabajo también siempre nos ha conectado con eso. En una ocasión le fuimos a pintar y remodelar la casa de Victor Reza, un músico al que le gusta el jazz y el bossanova.

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Jacobo: Él le daba clases a José José. Él fue el que me enseñó a tocar.

Adrián: Aunque también José Luis Cuevas fue para nosotros una persona bastante importante. A él lo encontramos porque una vez íbamos caminando por el centro y escuchamos música y nos metimos a ver. Resultó que era una Academía de música y José Luis era maestro ahí. Me acuerdo que la primera vez que lo vimos estaba hablando de The Doors y que la canción que me llamó a entrar al lugar fue “Light My Fire”, una de mis favoritas de toda la vida. Ya luego entramos a estudiar ahí.

Leo: Nuestros padres fueron los que nos apoyaron con eso. Como vieron que nos interesaba y que la cosa iba en serio, por eso nos ayudaron con lo de la escuela y demás cosas que implicaban gastos.

Bueno, entonces se prepararon y consiguieron las bases, pero eso no es todo lo que se necesita para formar una banda, sacar un disco y obtener un lugar dentro del cartel del Vive Latino. ¿Tenían objetivos claros de lo que querían lograr como banda? ¿Pensaron alguna estrategia para dar a conocer a Norteños Light?
Adrián: Nos concentramos mucho en el estilo. Creemos que al final eso es lo que define a una banda. Al principio sacamos unos demos y nosotros los movíamos, pero nada se concluía porque nos faltaba un poco más de trabajo. Si llegamos al Vive Latino es porque picamos muchas piedras, fuimos a tocar la puerta de diferentes disqueras y promotores y obviamente eso lleva mucho tiempo.

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Llevan ya un ratote haciendo música, casi 10 años. Pero también tuvieron que pararle un rato. Durante ese tiempo en que le dieron pausa al proyecto, ¿siguieron haciendo música? Y lo más importante, ¿por qué decidieron regresar?, ¿que los impulsó?
Adrián: Nos faltaba mucha experiencia a todos. Sobre todo por la cuestión de las edades. Algunos de nosotros estábamos muy jóvenes y la verdad también teníamos ganas de salir de fiesta y estar con los amigos. Además de eso, algunos teníamos que estudiar y otros trabajar. Nos desagrupamos lentamente, empezamos a faltar en los ensayos y de pronto se acabó la banda. Aunque la verdad las ganas de hacer música nunca se fueron.

Marco: La música durante ese tiempo nunca faltó. Como no teníamos tiempo para ensayar consumíamos mucha música, comprábamos muchos discos. Imagínate, trabajamos de nueve de la mañana a seis de la tarde y de ahí nos íbamos a ensayar como unas dos o tres horas. Eso hacía que estuviéramos bien cansados, por eso lo suspendimos un rato.

¿Qué tipo de música es la que escuchaban en ese entonces?
Marco: Yo escuchaba mucho rock y heavy metal. También escuchaba mucha música de sonideros. La música la compraba en los puestos del metro y las estaciones de camión, ahí era donde yo veía qué onda, si me gustaba cómo sonaba me lo llevaba. Logré juntar una caja con más de 500 discos y todos escúchabamos cosas de ahí.

¿Cuánto tiempo se tardaron en consolidar el trato con una disquera para poder sacar un disco?
Jacobo: Cuatro años, en el 2012 empezamos ya consolidados como grupo. Ya tocábamos y estábamos listos para hacer las cosas en forma.

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¿Por qué decidieron ponerle al grupo Norteños Light?
Leo: En ese momento teníamos una canción que se llamaba así y la gente en el pueblo la empezó a escuchar y ya, así quedó. No veían en la calle y decían “Ah, mira, ahí están los Norteños Light”.

Entonces la gente del pueblo los conoce bien, ¿ahí fue su primera tocada?
Adrián: ¡Sí! Hasta tenemos una foto. Pero estábamos bien chavitos, la gente nos veía y decía, ¿A poco saben tocar estos cuates? Estábamos muy pequeños la verdad. Yo tenía como 16 cuando sucedió eso.

Leo: Me acuerdo que hasta construimos nuestro propio escenario. La fiesta era la primera comunión de la hermana de Adrián, y pues ahí estuvimos tocando. Al final nos enojamos porque no salió como queríamos y mejor nos fuimos al antro.

Ustedes escuchan no solo una gran cantidad de música, sino de diferentes géneros, muchos de ellos enfocados al rock. Sin embargo, aunque no en su totalidad, su disco está orientado a la música norteña. ¿Por qué decidieron inclinarse hacia este género?
Leo: Hace cuatro años cuando comenzamos a componer, el dominio sobre la batería no era tan amplio. Lo más sencillo para nosotros entonces era entrar en un ritmo de un cuarto, que es el clásico norteño. Además nos gusta esa música. Esta no es la primera banda que tenemos, también participamos en bandas de rock y demás pero simplemente fue lo que se nos acomodó en el momento.

Adrián: Pero hemos ido puliendo nuestro estilo, ahora ya no sonamos tanto a norteño, hemos intentado ir añadiendo diferentes sonidos que nos hagan sonar como todo lo demás que nos gusta.

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Por lo que entiendo, se prepararon bastante antes de lanzarse hacer un primer disco. Y me imagino que ya tenían algunas canciones en maqueta, ¿cuántas tenían? ¿Cuántas quedaron en este material y cómo fue el proceso creativo de estos tracks?
Leo: Pues teníamos 300, más o menos.

¡300! ¿En serio?
Leo: ¡Si! Es que yo era muy enamoradizo y pues las letras salían solas [ríe]. Ya luego empecé a escribir sobre cosas más profundas como la vida y la familia. El chiste es que Pablo Romero, el productor, nos dijo: “Escojan 40. Las que más les gusten”. Y de esa selección de 40, salieron 10 tracks muy variados. El álbum es, podría decirse, la introducción a la banda. Tenemos varios ritmos para echar cotorreo [ríe], es música para pasarla bien.

Adrián: Para las canciones de este material escogimos canciones que representaran muy bien nuestro estilo y lo que es la banda. Tenemos, por ejemplo, un ska con quebradita, un swing con norteño. Nos divertimos bastante, contactamos a unos amigos que son cubanos para la “Chela” y les pedimos que nos ayudaran añadirle trompetas.

Esta es la primera vez que entran a un estudio a grabar, ¿se les complicó? ¿En rasgos generales qué tal estuvo la experiencia?
Leo: Sí era nuestra primera vez en el estudio y tenemos una anécdota bien rara [ríe]. Marco estaba haciendo una chamba ahí justamente. Estuvo en el lugar una semana antes de que nosotros fuéramos a grabar, nos dimos cuenta hasta el mero día que le escribimos para pasarle la dirección del estudio y nos dijo “Oigan, pues yo ya estoy aquí”. Hasta el policía de la entrada ya lo conocía.

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Pero regresando al disco: lo grabamos en un día.

¿Eso quiere decir que no se les complicó ni poquito?
Adrián: Pues más bien nos avisaron nueve meses antes que íbamos a grabar y empezamos a ensayar desde ese momento. Escogimos las canciones en unos días y luego nos pusimos a practicar diario. A nosotros nos dijeron “Cuando lleguen al estudio se tienen que saberse las canciones y tienen que quedar a la primera vuelta”. Y eso fue lo que hicimos.

Leo: Es que no se contaba con tanto presupuesto, entonces tenía que salir a la primera. Pero nos encantó estar en el estudio, el sonido se grabó con una cinta abierta y escucharlo en una calidad tan buena nos llena de alegría.

¿Cuánto tiempo estuvieron en el estudio?
Más o menos 13 horas. Entramos de día y salimos de noche [ríe].

Y la pregunta del millón: después de tanto esfuerzo, ¿están contentos con el resultado?
Leo: ¡Si! Pues este disco representa lo que somos. De aquí es para adelante. Ya logramos lo primero que es armar un material en forma y ahora lo que viene es perfeccionar nuestros shows en vivo y tratar de que este proyecto despegue totalmente.

Es bastante difícil, sobre todo al inicio, que se pueda vivir de la música. ¿Su tirada es vivir algún día de esto o simplemente lo están haciendo como un hobbie temporal?
Leo: Sí, es bastante difícil, pero cosas como que vamos a presentar el disco en un festival al que nunca hemos ido… Digo, llegar a tocar al Vive sin haber ido ni una sola vez como espectador es una motivación que nos impulsa a seguir. Son esas pequeñas cosas que nos van animando para seguir adelante.

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Afortunadamente, hasta este momento a la gente le ha gustado lo que hacemos. Además, para nosotros es una forma de divertirnos, lo disfrutamos bastante.

Hemos hablado de puras cosas buenas pero también sería interesante que me contaran sobre las cosas grises de este proceso, ¿hubo algún momento donde quisieran abandonar el proyecto?
Leo: Pues tratamos de llevar la vida de manera positiva, nos gusta enfocarnos en las cosas buenas, pero sí hubo algunos momentos en los que simplemente no queríamos ensayar. Eso se convertía en algo frustrante para nosotros porque llegábamos de trabajar y lo que queríamos era tocar y tanta presión o cansancio no lo permitía.

Jacobo: Por otro lado está el lado personal… eso también se ve afectado.

Leo: Sí, yo por ejemplo no puedo establecerme con una chica. Y la verdad no es por otra cosa más que por le hecho de que no tengo tiempo. Esto la verdad nos consume mucho, no tenemos espacio para otras cosas.

La gente de su pueblo me imagino que logró percatarse de la evolución que han tenido dentro de la escena musical, ¿qué dicen de que van a sacar un disco y van a tocar en el Vive Latino?
Adrián: Algunos ni nos creen, dicen que estamos locos [ríe]. Muchas veces le enseñábamos maquetas de canciones a nuestros amigos y les decíamos como “Mira, esto es sólo el principio pero lo queremos incluir en un disco” y nos decían como “Pues, sí, échale” como dándonos el avión. Pero es normal, creo que la gente no lograba ver el esfuerzo porque no están a diario con nosotros. Nunca pensaron que esto iba a pasar. La verdad es que todo lo construimos a base de mucho trabajo.

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¿Les molesta que toda la promoción de su disco gire entorno a que ustedes son música que además se dedican a la construcción?
Leo: Pues esa es la realidad. Cuando llegó el productor a vernos por primera vez, ¿sabes cómo nos encontró? Con un estereo conectado para ensayar. Recuerdo que ese día nos escucharon y les gustó y una de sus mayores preocupaciones fue que no teníamos un lugar adaptado únicamente para ensayar. Cuando el productor nos dijo eso, le contestamos “No te preocupes Pablo, en una semana lo tienes” y ahí mismo donde estábamos tocando ese día lo remodelamos y lo adaptamos para que fuera nuestro lugar de ensayo.

Adrián: Yo creo que la gente debe saber esa parte, no por vender discos o lo que sea, sino porque al final eso fue lo que pasó, es la verdad. Al final nuestro único propósito es que la gente escuche lo que hacemos.

Leo: Este disco es un producto que nosotros ofrecemos al público y, además de la música, el esfuerzo y nuestra historia es parte de ello. No nos molesta que se hable sobre nuestra profesión porque gracias a eso logramos empezar con esto.

Por último, ¿cuál es su canción favorita del disco?
Leo: “Hasta el full” es una canción que cuenta la anécdota de una vez que nos fuimos de fiesta con uno de los futbolistas más famosos del pueblo que, por haberse ido de parranda con nosotros, ya no llegó a jugar la final.

Adrián: “Dueña de tu corazón”, la verdad yo soy muy romántico y este track tiene ese pegado todo ese romanticismo que trae la banda.

Marco: A mi me gusta la de la “Chela” porque es muy movida y trae un ritmo perfecto para echar relajo. Además el groove es constante, no es un loop, lo hacemos manual entonces suena muy bien.

Jacobo: “Vuelve” me gusta mucho por la historia y la forma en que se preparó la canción. Yo no sabía agarrar el ritmo del jazz y cuando se estaba haciendo el track, Pablo me ayudó en algunas cosas para que quedara fino. El proceso fue lo que me gustó. También “Dueña de mi corazón”, esa canción incluso se la dediqué a una mujer [ríe].