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¿Cómo era la rutina de los grandes artistas?

"En las manos correctas, una rutina puede ser un mecanismo para sacar ventaja de los muy limitados recursos que tenemos".

¿Cuánto tiempo al día se le va a un escritor en escribir? ¿Cuánto a un artista en pintar? ¿Cuánto se gasta un filósofo en redactar sus ideas, en ponerlas por escrito?

"No se coge una trucha con pantalones secos". La frase es de Cervantes. Y, por lo que sabemos, el manco de Lepanto salió con los pantalones bien mojados. Se trata de una de las clásicas frases (que llevan un matiz grueso de autoayuda) que ensalzan el trabajo y el esfuerzo necesario para conseguir algo: en este caso del esfuerzo que se necesita para escribir una obra maestra de literatura.

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Pero no siempre un mayor esfuerzo significa mejor resultado artístico. Depende el marrano.

El libro Daily Rituals, del escritor y editor norteamericano Mason Currey, hace un recorrido por un día de trabajo de los grandes pintores, escritores, filósofos, dramaturgos, poetas, matemáticos y científicos. Ciento sesenta y un artistas en total. Se trata de un recuento detallado de las horas que gastaban al día en trabajo creativo, pero también de las que se les iban en otras actividades: en dormir, en socializar, en tomar trago, en caminar por el parque, en hablar con amigos o en trabajar como oficinista.


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"Una rutina diaria es una decisión, o una serie de decisiones. En las manos correctas puede ser un mecanismo para sacar ventaja de los muy limitados recursos que tenemos: el tiempo (el más limitado de los recursos) así como la voluntad, la disciplina o el optimismo", dice Currey en la introducción de su libro.

Y hay todo tipo de rutinas.

Tomemos a Immanuel Kant, por ejemplo, la lumbrera del pensamiento ilustrado. El filósofo ––famoso por su sus estrictos hábitos: dice el mito que los vecinos ajustaban la hora de sus relojes a partir de las puntuales caminatas que daba Kant después de almuerzo–– ocupaba tan solo una hora al día en trabajo creativo, de seis a siete de la mañana. Luego su día se le iba en dar clases en la Universidad de Königsberg, en almorzar con vino junto a los amigos, dar caminatas y dormir. De esa rutina salió un librito como la Crítica de la razón pura, obligatorio en todos los currículos de filosofía que hay en Occidente.

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O a Picasso. Que ocupaba cuatro horas, como mínimo, de su tiempo al día en hablar y pasar el rato con amigos. Que dormía de dos a once de la mañana.Y que pintaba de tres de la tarde a dos de la mañana (con una breve pausa que hacía para cenar).

O a Kafka, por ejemplo. El autor de La metamorfosis trabajaba en horas de la mañana en el Instituto de Seguros de Accidentes Laborales del Reino de Bohemia: de ocho de la mañana a dos de la tarde. ¿A qué horas escribía? Por la noche, de las 11 p. m. hasta las 6 a. m. Desde ahí, desde esas horas de la mañana en que la gente comienza a activarse, dormía hasta las 8 a. m. y de ahí salía a trabajar. Recuperaba las horas de sueño perdido de 3 p. m. a 7:30 p. m. para volver a la escritura otra vez.


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O a Víctor Hugo, cumbre del romanticismo francés. Hugo desayunaba tres huevos crudos, al mediodía tomaba un baño de hielo en el techo de su casa (sí, de hielo, sí, en el techo) y por la tarde iba al barbero. Todos los días, sagradamente. Gastaba siete horas al día escribiendo.

La plataforma virtual Podio ha organizado la información de las rutinas más extravagantes y de los personajes insignia. La información se despliega de una manera interactiva para que el interesado pueda inspeccionar los hábitos más curiosos.

Vea aquí el diagrama completo.

Y ya saben: si están por escribir la novela cumbre del romanticismo francés alisten la tina y la hielera.

A Santiago no le gusta madrugar, toma duchas de agua tibia, tiene desayunos copiosos (pescado frito con arroz), tiene horario de oficina, mira Facebook cada media hora y su tiempo creativo se va en hacer notas como esta. Aparece por acá.